viernes, 29 de junio de 2012

DeVOCiONaRio KiTScH



ShOPPiNG-BeaCH


Y es que a pesar de vivir en una ciudad costera, mis visitas a la playa son bastante puntuales y porque no decirlo también impuntuales por las intempestivas horas en las que estas acontecen. Aun así, el otro día decidí aceptar la invitación de mi amigo “el rancio” e irme con el a disfrutar de una jornada de sol y mar, en realidad mas de sol que de mar. Comparto con mi amigo esa poca predisposición a la hora de dejarse tostar por el sol, por lo que no tengo todavía muy claro nuestro entusiasmo cuando pasadas las 5 de la tarde emprendimos camino a la costa. Una vez allí decidimos sumergirnos en un café helado antes de hacerlo en sus soleadas aguas, un café que se prolongó cerca de una hora evidenciando lo que ya sabíamos, que nuestro playero entumíamos se desvanecía por minutos a la espera de una milagrosa bajada de la temperatura. Después de 3 cafés y con evidentes sintonías de taquicardia por abuso de cafeína, nos lanzamos a la arena no sin antes despojarnos de nuestra laboral uniforme en un improvisado y un poco esperpéntico estriptease veraniego delante de un mercadillo callejero. Nuestros estilismos ciertamente dejaban mucho que desear. Mientras el rancio se decantaba por uno de esos coloridos estampados de los que es adicto, servidor, mucho más comedido optó por un bañador oscuro, más que nada por aquello de que el negro estiliza aunque en mi caso esto se convierta en una misión imposible.
De camino a la orilla discutíamos sobre nuestras preferencias entre las playas de arena o las de piedra, servidor es mucho mas de piedra, no soporto ese punto de impertinencia arenera, impúdica y falta de cualquier tacto, capaz de adentrase en los rincones mas ocultos de nuestro cuerpo. Mucho mejor la piedra, donde va a parar…
Ya ubicados, extendimos nuestras toallas al sol cuando ya pasaban de las 19 horas bajo las sorprendidas miradas de las escasas personas que ya empezaban a recoger sus pertenencias después de haber pasado el día a expensas del calido Lorenzo. Fue mi amigo el primero en adentrarse en las calmadas aguas de tan urbana playa mientras servidor aprovechaba parapetado tras unas gafas oscuras para hundir la cabeza en la toalla y dejarse mecer por la brisa en pos de una merecida aunque tardía siesta. Mas tarde fui yo el que se adentro en las turbias aguas con esa inseguridad y temor que siempre me provoca en pensar que puedo cruzarme con alguna terrible bestia marina del tamaño de un mechero. Después de varios metros se inmersión y cuando apenas ya distinguía a mi amigo tomando el sol en la orilla, descubrí desconcertado que el agua apenas me cubría por encima de la rodilla y que aquellas calmadas aguas me provocaban un terrible aburrimiento al que puse fin de inmediato emprendiendo camino de vuelta a la orilla rebozado en arena como una croqueta.
Una velada playera que culminó con la inevitable visita al hipermercado que esta situado justo detrás en el que aprovechamos vestidos con una indumentaria más playera imposible, para hacer provisión de víveres. Artículos de primera necesidad: patatas fritas, refrescos, bollería industrial, etc.… todo un festival, una apología al colesterol que íbamos acumulando en el carrito al tiempo que nuestras chanclas iban dejando un surco de arena por los pasillos del centro comercial camino de la caja. Una tarde de playa y compras a la que hace ya algún tiempo bautizamos con el nombre de Shopping-beach.


viernes, 22 de junio de 2012

ARTe PuRO



Hace un par de años tuve ocasión de ver por televisión ¿Qué tienes debajo del sombrero?, un documental producido por el director Julio Medem, que pude visionar de nuevo hace unos días y que, como en la anterior ocasión, me volvió a fascinar dejándome pegado a la pantalla.
La historia de Judit Scott, una mujer de 62 años con síndrome de down que después de pasar cerca de 40 años recluida en un psiquiátrico, es recogida por su hermana gemela Joice, estableciéndose entre las dos una emotiva y estrechísima relación truncada muchos años antes cuando, siendo solo unas niñas, fueron separadas. Gracias al empeño de esta, Judith entró en un centro de arte para discapacitados, donde tras dos años garabateando hojas en blanco, comenzó a realizar esculturas a base de de cuerdas e hilos que iba enlazando al tiempo que envolvía objetos. Su obra no tardó en llamar la atención de los responsables del centro que consiguieron que esta comenzara a ser expuesta en diferentes museos de todo el mundo.
Una historia de dolor, de ausencias y sobre todo de silencios. A Judith nunca le diagnosticaron una sordera de nacimiento que aun le acrecentó más ese aislamiento en el que vivió durante la mayor parte de su vida.
Años más tarde, cuando empezó a realizar con sus esculturas, daba la impresión de que Judith de alguna forma envolvía todos aquello objetos que iba encontrando en su camino, atándolos como si no quisiera volver a perder su identidad, como si atando esas cuerdas quisiera recomponer, no dejar ningún cabo suelto en su vida.
Una obra que podrá ser cuestionado por muchos pero que representa, a mi modo de ver, el arte puro por excelencia. La pureza de unos sentimientos, de unas emociones que salen a la luz a través de sus manos, cumpliendo el fin más absoluto del arte, su mayor grandeza, poder comunicar.
No puedo evitar emocionarme viendo las imágenes de Judith trabajando en su obra, sin prisas, sin absurdos planteamientos comerciales, ni prepotentes argumentos. Arte puro, nacido del corazón y modelado por las manos de su autora que servían a la artista para comunicar, para sentir.
Judith nos dejó hace ya algunos años, justo cuando se estaba montando la película en España. Una noche después de cenar con su hermana y su familia, se fue a dormir y nunca más despertó, se fue de la misma forma en la que había vivido, en silencio.
Afortunadamente, su obra sigue viva….


martes, 19 de junio de 2012

ViNíLiCoS AMaNEcEReS


Lo MejoR dE ANToniA SaN JuaN

Como la mayoría de los espectadores, descubrí a Antonia san Juan a raíz de su participación en la película de Pedro Almodóvar, “Todo sobre mi madre”. Desde entonces, Antonia ha ido alternando sus trabajos en cine y televisión con su verdadera pasión, el teatro. Tras años sobre los escenarios interpretando multitud de personajes femeninos a los que da voz, esta vez vuelve a valencia con “Lo mejor de Antonia san Juan”, una selección de los mejores monólogos de sus anteriores espectáculos. Una obra, un regalo para sus incondicionales que son muchos y para todas aquellas personas que la han descubierto a partir de su participación en la exitosa serie de televisión “La que se avecina” donde daba vida a una ex -actriz del destape de nombre Stela Reynolds. Un delirante y divertidísimo personaje que ha dado a conocer a Antonia para el gran publico. Con esta obra la actriz nos obsequia con 13 fantásticos monólogos en los que pone voz a 13 mujeres para contarnos 13 historias. Sus espectáculos no son monólogos al uso en los que el cómico reflexiona en voz alta, sus personajes toman vida en el cuerpo de la actriz para contarnos historias de amor y desamor, de soledad, de impotencia, de dolor….
Personajes que ríen, lloran, aman, sufren de la mano de ese animal escénico que es Antonia san Juan y que no necesita de más reparto ni atrezzo que ella misma en un escenario desnudo. Pocos interpretes son capaces de, en cuestión de segundos, girar la llave que pasa del humor mas delirante al drama mas contenido. Pocos, muy pocos intérpretes son capaces de hacernos pasar de la risa al llanto, y desde luego Antonia san Juan es uno de ellos.
Una vez mas, he podido constatar que el teatro, el autentico teatro, el que te hace reír, llorar, sentir en fin, no es cuestión de prepuesto, ni de estenografía ni de extensos repartos. Un buen texto y una buena interpretación son suficientes para contarnos una historia y que esta nos llegue al corazón.

viernes, 8 de junio de 2012

DíaS dE CiNE

Decidido a recuperar esas tardes de cine que tan buenos momentos me han dado a lo largo de mi vida, el otro día y tras algunas desavenencia con mi pereza me lancé a la calle directo a unos multicines dispuesto a saciarme de ficción, una ficción, una mentira que me permita navegar en las convulsas aguas de la mas cruda realidad, y que nos permite soñar aunque sea solo durante 90 minutos.
En esas ocasiones, no puedo evitar acordarme de ese niño, que con 6 o 7 años se bajaba atropelladamente las escaleras de su casa para entrar en la sala de cine que había justo en la esquina de su casa. Apenas unos metros separaban la realidad de ese territorio para el siempre fascinante y mágico que era la ficción.
Esa capacidad para soñar comenzaba incluso antes de entrar en la sala, justo en el momento en que cada lunes se escapaba corriendo antes de dirigirse a la escuela, hasta la puerta del cine de barrio para comenzar a fantasear con las fotografías y carteles de las películas que iban a proyectar durante esa semana.
Poco importaban los actores, directores o nacionalidad de las mismas, lo único verdaderamente importante era la oportunidad que estas le ofrecían para vivir con ellas y en ellas otras historias en la que aquel niño siempre tenia la posibilidad de erigirse como protagonista o secundario.
Ansioso esperaba la llegada del sábado por la tarde, para entrar en el cine y una vez sumergido en la oscuridad de la sala, comenzar a vivir durante aquellos maravillosos 90 minutos, todas esas historias que la gran pantalla le ofrecía.
En ocasiones, en muchas ocasiones aquella liturgia la ejercía en solitario. Entraba a las 4 de la tarde en el cine y en muchas ocasiones tenia que bajar su madre a buscarle pasadas las 10 de la noche. Recuerdo notar su presencia acompañada del acomodador que linterna en mano recorría las solitarias filas de aquel cine en busca de aquel niño sediento de irrealidad y que era capaz de ver 3 películas seguidas y quedarse para volver a ver la primera que habían proyectado de nuevo.
Hace años, muchos años ya, que perdí esa capacidad para soñar, para dejarme levar por aquellas historias. Añoró sobremanera ese entusiasmo con el que la chiquillería recibíamos y despedíamos aquellos títulos, y esos descansos entre peli y peli en los que, totalmente absorbidos por las imágenes que acabábamos de ver, corríamos por el pasillo de la sala de cine emulando a los protagonistas durante unos minutos. No nos hacían falta ni 3 dimensiones, ni espadas láser, nos negábamos a que la historia terminase, alargando su argumento mientras los adultos hacían cola en la barra del bar y fumaban en el hall.
Poco o nada importaban las películas que proyectasen, y no puedo evitar esbozar una sonrisa al recordar algunos de aquellos eclécticos programas dobles y triples, en los que se mezclaban películas de karate, con coproducciones italo-española de espionaje con títulos de Bergman o Woody Allen. No importaba, en aquel tiempo servidor era capaz de ver ensimismado una película japonesa de Godzilla, seguida de “Gritos y susurros” de Ingmar Bergman. La magia estaba en aquella sala oscura, en esa pantalla que por arte de magia se iluminaba y nos invitaba a fantasear, a soñar….
Como me gustaría volver a ser ese niño….

ChaPLiN y EiNSTeiN


Otra fantástica pareja para nuestra coleccion de duetos celebres.
Cuentan que se conocieron en una fiesta y que simpatizaron inmediatamente por la admiracion y simpatia que ambos se profesaban. Se cuenta que en esa reunión,  Einstein  le dijo a Chaplin:

“Lo que he admirado siempre de usted es que su arte es universal; todo el mundo le comprende y le admira”.
 A lo que Chaplin respondió:
“Lo suyo es mucho más digno de respeto: todo el mundo lo admira y prácticamente nadie lo comprende”.


jueves, 7 de junio de 2012

La GuERRa dE LoS RoSE


Si bien es cierto que es bastante habitual encontrarnos con adaptaciones al cine de piezas teatrales, no lo es tanto justo lo contrario, películas que son adaptadas a los escenarios. “La guerra de los Rose” es un claro ejemplo de esto último. Un film dirigido en 1989 por el actor Danny de Vito y que contaba además de con el mismo en un personaje secundario aunque decisivo, con la pareja protagonista Kathleen Turner y Michael Douglas. Una divertida comedia negra que tuvo bastante éxito cuando se estrenó.
La historia de una pareja que después de muchos años de matrimonio, terminan por caer no solo en el aburrimiento y el desamor sino en un mutuo odio irrefrenable, que a la hora de legalizar con una sentencia de divorcio, degenera en una autentica guerra, una batalla campal con el salón de la casa de los Rose como escenario.
Una adaptación que a mi modo de ver acusa de una falta de presupuesto y sobre todo de una buena dirección de actores. Es una lastima que contando con una buena historia y un buen texto, suavizado en esta ocasión para su adaptación teatral, este se vea mermado por una puesta en escena muy fría en la que los gags visuales y la acción (tan importantes en el film original), resulta poco creíble, ortopédica y sobretodo falta de ritmo. Este es el mayor defecto de esta obra a mi modo de ver, esos momentos de batalla en el salón de los Rose queden reducidos a un par de empujones mal resueltos que quedan muy lejos del acelerado ritmo que poseía el film y que aun con los reparos que marca una producción teatral se podrían haber resuelto de forma mas efectiva.
En todo caso “La guerra de los Rose” resulta una obra divertida y amena que cuenta con un par de solventes protagonistas que aun mal dirigidos consiguen salvar la función. Mar Regueras pone toda la carne y todo su atlético cuerpo en el asador creando un personaje que se desenvuelve muy bien en el terreno de la comedia disparatada y que consigue que incluso sus momentos más histriónicos resulten muy divertidos. En cuanto a Carlos Sobera, al que era la primera vez que veía en un escenario, confirmar que además de un estupendo presentador y showman, es un excelente actor con una envidiable vis cómica que engancha inmediatamente con el espectador.
Una divertida función que aunque lejos de la comicidad y de la oscuridad de su original se deja ver con agrado.