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sábado, 30 de abril de 2011
viernes, 29 de abril de 2011
martes, 26 de abril de 2011
PRoGRaMa DoBLE
Aprovechando el autismo humano en el que se encontraba inmersa mi ciudad durante tan santos días, y amparándome en tan intempestivo tiempo, pude aprovechar para darme unas intensas y catódicas sesiones de cine. Dos películas españolas de reciente producción abrieron tan desangelado festival.
"No controles" es la segunda película de Borja Cobeaga, tras el éxito y buena acogida de su anterior film "Pagafantas". En esta ocasión, su director no ha tenido la misma suerte y la película aunque bebe de las fuentes de su predecesora. Una divertida comedia romántica, no exenta de ese humor fresco que caracterizaba "Pagafantas". Quizas eché a faltar un mayor rigor a la hora del casting, un reparto en el que Julian Lopez termina comiéndose al resto de actores, dando vida a Juancarlitros, un personaje tan excesivo como curiosamente entrañable.
"No controles" es la segunda película de Borja Cobeaga, tras el éxito y buena acogida de su anterior film "Pagafantas". En esta ocasión, su director no ha tenido la misma suerte y la película aunque bebe de las fuentes de su predecesora. Una divertida comedia romántica, no exenta de ese humor fresco que caracterizaba "Pagafantas". Quizas eché a faltar un mayor rigor a la hora del casting, un reparto en el que Julian Lopez termina comiéndose al resto de actores, dando vida a Juancarlitros, un personaje tan excesivo como curiosamente entrañable.
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"Los ojos de Laura" es la opera prima de Guillem Morales, una cinta producida por Guillermo del Toro que cuanta con Belén Rueda de protagonista. Una historia cargada de suspense, y que juega muy inteligentemente con el ancestral miedo a la oscuridad. En el film, el personaje que interpreta Belén Rueda, comienza a investigar el aparente suicidio de su hermana ciega, comprobando que detrás del mismo se esconde un terrible suceso. Quizás habría que achacar el punto previsible que alcanza la misma a partir de la segunda parte, en todo caso se trata de un film interesante que consigue mantener nuestro interés.
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La GRaN DePResióN
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De vuelta de nuevo en el blog, tras cinco días de absoluta dejadez pascuera, Todo un homenaje al desencanto y la desidia en cinco días de los que hoy estoy empezando a recuperarme. A diferencia de otros años, en este ni siquiera ha habido la habitual visita a la semana santa marinera del cabañal, ni la siempre oportuna escapada pascuera. El tiempo, el mal tiempo sin duda ha hecho el resto.
Comencé las vacaciones de teatral manera, acudiendo el pasado miércoles, mientras media España se debatía futbolísticamente, al teatro Olimpia para ver “La gran depresión” una obra protagonizada por Loles León y Bibiana Fernández. Una obra escrita y dirigida por Félix Sabroso y Dunia Ayaso, una pieza creada para el disfrute y lucimiento de tan singular pareja artística. Para ello sus autores han potenciado la singularidad de tan extraño dúo para hacernos pasar un rato divertido sin más. El reencuentro entre dos viejas amigas que no se ven desde hace más de 8 años, sirve para que estas saquen a la luz son eternas discrepancias y sus mas bajas miserias. Ni que decir tiene que lo mejor de la obra, es la oportunidad de poder ver a las dos juntas en escena por primera vez. Las tablas de Loles están fuera de lugar, me llamo mucho la atención la transformación de la actriz, que ha adquirido un punto muy Lina Morgan, dicho sin ningún tipo de acritud, que fue muy del agrado del público que abarrotaba el Olimpia. Lina ya tiene una heredera, en cuanto a Bibi, consigue dar el contrapunto a tan excesivo personaje, aportando su destacable presencia. Un entretenido espectáculo en el que las actrices se permiten incluso improvisar, en el que se aprecia la complicidad que existe entre ambas. Una complicidad que en algún momento, desembocó en improvisados ataques de risa.
Muy recomendable para fans….
miércoles, 20 de abril de 2011
DeuDa dE SaNGRe
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- Doctor, no se como agradecérselo, dijo Jonás con la voz entrecortada mientras intentaba incorporarse en la cama.
- Es mi trabajo, contestó el cirujano, al tiempo que infiltraba el contenido de una jeringuilla en el gotero del enfermo, adquiriendo este un intenso tono azulado.
- Doctor, le debo la vida, contestó Jonás con los ojos vidriosos.
- Si, y ahora esta me pertenece, contestó el doctor con una ligera sonrisa, impasible a la cruel agonía del joven.
martes, 19 de abril de 2011
lunes, 18 de abril de 2011
AMAPOLAS
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jueves, 14 de abril de 2011
lunes, 11 de abril de 2011
jueves, 7 de abril de 2011
lunes, 4 de abril de 2011
viernes, 1 de abril de 2011
CóRDoBa, eXTeRiOR NoChE
La noche
cordobesa luce en armoniosa penumbra sus recónditos rincones, siempre hay alguno por descubrir. Nuestra última noche comenzó en una bonita iglesia en la que al pasar descubrimos que estaba a punto de celebrarse una boda. No pudimos resistirnos y decidimos quedarnos para ver llegar a la novia, hacerle fotos y acompañarla hasta el altar. Cualquier excusa es buena para disfrutar de los encantos de la ciudad. Volvimos a enredarnos entre las sugerentes calles de la judería, nos despedimos de las bodegas Guzmán, nos impregnamos de su recio olor a vino y terminamos cenando en un fantástico bar., “El mesón de las flores”. A modo de despedida, degustamos sus locales especialidades a ritmo de tapa y silbato de arbitro en partido liguero. Descubrimos las croquetas de rabo de toro, y saboreamos con nostalgia nuestro último salmorejo. A fin de no dejarnos llevar por incomodas melancolías, regamos las tapas con unos finos, los suficientes para evitar que en ningún momento la sonrisa desapareciese de nuestro rostro, lo suficiente para que nuestros antaño ceremoniosos pasos, se volviesen torpes y desequilibrados en tan variable asfalto. Brindamos con vino dulce y descubrimos un bonito y estrecho callejón justo a la vera del local. El callejón de las flores se abría paso entre centenarias viviendas. Una ajustada vía de cuyas paredes penden en desigual formación montones de macetas con flores, que a modo de alfombra nos invitan a descubrir una pequeña y encantadora placita de la que, por unos minutos, desee nunca marcharme. Un último paseo por los alrededores de la mezquita, cuyo valor histórico tan solo es superado por su belleza, por su magia. Cruz
amos el puente romano hasta la torre de Calahorra, atravesamos el rió Guadalquivir orientados p
or el elegante cielo estrellado cordobés a ritmo del hip-hop que un grupo marcaba en un concierto al aire libre. Ya de vuelta al hotel, cabizbajos y en silencio recorrimos las mismas calles, despidiéndonos en silencio de sus casas, sus mesones, sus monumentos y su gente, que con tanto cariño nos acogieron durante estos inolvidables días. Una breve a la par que intensa mirada a la plaza de las tendillas antes de subir al hotel, sirvió de discreto y saludable brindis a tan emotivo viaje.
DisPeRSos eN CóRDoBa
Sin duda alguna, lo que más me gusta de la ciudad de Córdoba es pasear sin rumbo fijo por entre sus empedradas calles, sentir la textura de las desiguales piedras que coronan su asfalto, en mis urbanos talones. Me gusta dejarme llevar por mis pasos perdidos, admirando de sosegadas maneras todos y cada uno de los rincones de su confuso callejero. Es precisamente en la anarquía viajera donde servidor mayor placer a la hora de visitar una ciudad, sin planes previos, sin visitas guiadas, sin compromisos previos. Deambulábamos por los alrededores de la mezquita, disfrutando de cada uno de los rincones que esta nos regalaba, repartiendo nuestra atención con el objetivo de nuestras cámaras digitales. Nos impregnamos sin querer de su historia, de los siglos que acumulan
a sus espaldas y que lucen sin pudor, con el orgullo que te otorga la veterania. Curioseamos en las tiendas de recuerdos, ejerciendo sin decoro de improvisados turistas. Visitamos la Sinagoga judía, el mercadillo de artesanía, nos perdimos por las enrevesadas y estrechas calles de la judería al tiempo que sin prisa pero sin pausa dábamos buena cuenta de las tapas y vinos que encontrábamos a nuestro paso. Visitamos finalmente su Museo arqueológico, nos impregnamos de su historia y descubrimos las ruinas de un antiguo teatro romano mientras palpábamos sin recato sus piedras que altivas y solemnes nos hacían participes de su glorioso pasado.
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