En multitud de ocasiones, he manifestado desde este blog, mi afición, incluso gusto por el mestizaje. Disfruto con la fusión o confusión en algunos casos, de géneros diferentes en una misma película, o de sonidos diferentes en una canción.
Por eso creo
que me gusta tanto hacer collage, soy un apasionado del corta y pega
aunque este, en ocasiones, derive en el puro artificio.
Algo
parecido me pasa en la cocina, me cuesta mucho seguir los pasos de
una receta al pie de la letra, y me resulta imposible no añadir a la
misma, elementos ajenos.
Muchas
veces, la gran mayoría, esta mezcla que rompe con el virtuosismo del
plato, surge de manera totalmente improvisada. Básicamente consiste
en abrir la nevera y escoger los escasos elementos que por dentro de
ella moran, y añadirlos al guiso sin pensar demasiado en las
consecuencias. Indudablemente, es un riesgo que hay que correr, de no
ser así no hubiera podido crear grandes platos, de los que ahora
mismo seria incapaz de escribir la receta.
Os cuento
todo esto porque, sin duda, ese desprecio al purismo gastronómico y
ese, en ocasiones, atentado al aparato digestivo con el que algunas
veces me lanzo a la cocina se repitió la pasada noche, cuando me
disponía a calentar un poco de agua para añadir un sobre de sopa
china que aliviase las bajas temperaturas en la que nos encontrábamos
Después de
meter los fideos chinos que iban en el sobre dentro de agua
hirviendo, y añadir el sobrecito de ignorado y sospechoso contenido
que da sabor a la sopa, me dispuse a esperar a que la pasta se
cociese. Durante la espera, me serví una copa de vino y comencé a
cortar de toscas maneras, un trocito de jamón, de la paleta que me
auto regalé esta navidades. Un regalo que va por su tercer año y
que ya he convertido en una tradición inamovible. No hay cosa que
mas me gusté que masacrar una pata de jamón de anárquica manera,
cortando con un inapropiado cuchillo de arriesgadas maneras, y
aprovechando hasta el último hueso del mismo.
El resultado
de corte, fue una trozo de considerable dureza, que velando por mi ya
perjudicada dentadura, resolví incorporarlo a la sopa, añadiéndole
así sabores serranos al oriental caldo. Y ya finalmente, dejándome
llevar por la embriaguez del momento, que no de la copa de vino,
recordé que tenia medio bote con garbanzos en la nevara. Sin
pensarlo dos veces, aposté por la fusión castellano oriental e
incorporé un puñado de estos a la olla.
El resultado
, no se... digamos que la palabra que mejor lo define, es
“diferente”, los garbanzos, y sobre todo el jamón, le aportan al
guiso un toque recio que, a mi modo de ver, enriquece la receta. Eso
es asin.
PD. A pesar
de haber fotografiado el plato en su momento, he optado por obviar
las imágenes que estéticamente no están a la altura del sabor y
que por otra parte resulta totalmente prescindible en un blog tan
fino como este.
1 comentario:
El Arguiñano.
El Dr. Magenta sigue con sus experimentos culinarios.
¿Por qué no se presenta usted a Master Chef?
Publicar un comentario