Llegábamos al final de
nuestro crucero y Palma de mallorca nos recibía con un sol esplendido
que nos invitaba a recorrer sus calle, y con el angelical sonido de
mi teléfono móvil anunciando todos los whasApp que no había podido
recibir en los últimos 5 días.
Por supuesto
desayunamos en el bufete, del que después de 6 días ya comenzábamos
a estar un poco saturados, y atracamos en el puerto pasado el
mediodía
Raudos nos lanzamos a
tierra, no sin antes probar las excelencias de la ensaimada
mallorquina que una gentil muchacha nos ofreció a la salida.
Decidimos entonces,coger un bus urbano que nos acercase al centro, lo
malo es que esa misma idea la tuvo la mitad del pasaje del barco.
Resulto inevitable, ya estábamos en España, que el acceso al
autobús resultase un caos. Mas que un grupo de cruceristas
parecíamos unos refugiados, avalanzandonos sobre la plataforma de
acceso al coche de linea ante la anodina mirada del conductor.
Ya en el centro,
comenzamos a recorrer las bonitas calles de la ciudad, contaba con
un guía de excepción ya que Pepe la conoce perfectamente. Visitamos
su catedral aunque una vez mas, las obras me impidieron ver su
interior.
Un largo paseo nos abrió
el apetito, dejándonos llevar por el sentido olfatorio, acabamos
sentándonos en la terraza de un bar de tapas para probar uno de los
platos típicos de la zona, el frito mallorquín Una muy agradable
comida, a pesar de la llegada de un grupo de 10 alemanes que en
cuestión de segundos llevaban una jarra de cerveza en la mano,
mientras cantaban ebrios temas de la cultura popular germana. Que
bonito, pensé yo, no podíamos haber imaginado una comida mas
tradicional en la isla. Frito mallorquín y alemanes borrachos.
Después de pagar la cuenta y despedirnos de los alemanes al son del "Algo se muere en el alma cuando un amigo se va", seguimos paseando por la ciudad sin rumbo
fijo, disfrutando de todo lo que encontrábamos a nuestro paso,
haciendo tiempo hasta que llegase la hora de subir al barco.
Antes de despedirnos de
mamacallos, estuvimos haciendo cola un rato para vivir ese momento
“vengo de palma y he traído ensaimada” que congregó frente al
escuálido mostrador de la tienda, a buena parte del pasaje.
Ya por la noche, nos dirigimos al Restaurante para disfrutar de nuestra ultima cena en el buque. Después de 6 días, para el resto de comensales de la mesa, seguíamos siendo esa pareja de tíos raros que solo hablaban entre ellos y hacían fotos a los platos.
Ya por la noche, nos dirigimos al Restaurante para disfrutar de nuestra ultima cena en el buque. Después de 6 días, para el resto de comensales de la mesa, seguíamos siendo esa pareja de tíos raros que solo hablaban entre ellos y hacían fotos a los platos.
Aquella no fue una cena
más, era la despedida, por lo que la tripulación nos regalo una
bonita performance que comenzó con la presentación de los jefes de
cocina, resto de empleados y saludos de los camareros y ayudantes, al
ritmo del “Amigos para siempre”. Antes, el capitán nos dirigió
una emotivas palabras, dejando su elocución en todo lo alto cuando
pronuncio la siente frase que dio paso a la música.
“Ustedes (dirigiéndose
a los comensales) entraron en este barco como pasajeros, pero salen
como amigos.”
Ni que decir tiene que en
ese momento la sala irrumpió en un fuerte aplauso, al tiempo que los
camareros comenzaban a abrazar emocionados a los invitados entre
lágrimas de unos y otros y hasta de este que os escribe que no pudo
evitar sucumbir a aquel momento tan “final made in Hollywood”.
Para cuando quise darme cuenta, ya estaba enganchado a una enorme
conga que atravesaba el salón, siempre con la canción de Los
Manolos como banda sonora. Con ella abandonamos la cena, dejándonos
llevar por la emoción del momento, no sin antes despedirnos de
Wally, que fiel a su cita se encontraba a escasos metros de nosotros.
Esa ultima noche, nos
dedicamos a amortizar nuestra pulsera “todo incluido” y a
realizar, copa en mano, un publi-reportaje casero que por razones
obvias, nunca saldrá a la luz.
Ya por la mañana,
atracamos en valencia a primera hora, alicaídos nos despedimos de la
que había sido nuestra casa los últimos días, en una forma de viajar
nueva para mi, pero que muy probablemente repetiré.
4 comentarios:
Paquita.
Me podía haber dicho usted que iba a ir a Mallorca. Asín yo le hubiese dado una caja de embutido para mi hermana que vive en Magaluz.
No ve que allí el embutido es alemán que sabe a ahumao.O las hamburguesas esas.
Vamos, que le hubiera puesto yo 3 kgs. de morcillas y 5 kgs. de longanizas. Y medio cordero abierto en canal.
Leticia (Leti para los amigos)
Me llamo Leticia y querría poner de manifiesto lo vulgar que me resulta Paquita. Yo creo que este es un blog cultural en el que no tienen cabida vulgaridades como los comentarios de Paquita.
Ruego al Dr. Magenta bloquée a esta analfabeta que se llama Paquita.
y las botellas de vino y las latas de cerveza, tambien se las llevo?
Coincido totalmeente contigo Leticia en calificar al blog de cultural, y permiteme que insista... cultural y de tendencias...
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