La noche cordobesa luce en armoniosa penumbra sus recónditos rincones, siempre hay alguno por descubrir. Nuestra última noche comenzó en una bonita iglesia en la que al pasar descubrimos que estaba a punto de celebrarse una boda. No pudimos resistirnos y decidimos quedarnos para ver llegar a la novia, hacerle fotos y acompañarla hasta el altar. Cualquier excusa es buena para disfrutar de los encantos de la ciudad. Volvimos a enredarnos entre las sugerentes calles de la judería, nos despedimos de las bodegas Guzmán, nos impregnamos de su recio olor a vino y terminamos cenando en un fantástico bar., “El mesón de las flores”. A modo de despedida, degustamos sus locales especialidades a ritmo de tapa y silbato de arbitro en partido liguero. Descubrimos las croquetas de rabo de toro, y saboreamos con nostalgia nuestro último salmorejo. A fin de no dejarnos llevar por incomodas melancolías, regamos las tapas con unos finos, los suficientes para evitar que en ningún momento la sonrisa desapareciese de nuestro rostro, lo suficiente para que nuestros antaño ceremoniosos pasos, se volviesen torpes y desequilibrados en tan variable asfalto. Brindamos con vino dulce y descubrimos un bonito y estrecho callejón justo a la vera del local. El callejón de las flores se abría paso entre centenarias viviendas. Una ajustada vía de cuyas paredes penden en desigual formación montones de macetas con flores, que a modo de alfombra nos invitan a descubrir una pequeña y encantadora placita de la que, por unos minutos, desee nunca marcharme. Un último paseo por los alrededores de la mezquita, cuyo valor histórico tan solo es superado por su belleza, por su magia. Cruzamos el puente romano hasta la torre de Calahorra, atravesamos el rió Guadalquivir orientados por el elegante cielo estrellado cordobés a ritmo del hip-hop que un grupo marcaba en un concierto al aire libre. Ya de vuelta al hotel, cabizbajos y en silencio recorrimos las mismas calles, despidiéndonos en silencio de sus casas, sus mesones, sus monumentos y su gente, que con tanto cariño nos acogieron durante estos inolvidables días. Una breve a la par que intensa mirada a la plaza de las tendillas antes de subir al hotel, sirvió de discreto y saludable brindis a tan emotivo viaje.
11 comentarios:
¡cómo me ha gustado!!!!!
Gracias Mo, comenzaba a pensarque esto no lo lee nadie...
Yo si que lo leo, auqneu sea de vez en cuando.
¡Qué bonito Cordoba la nuit! Como me alegro que el dr. Magenta se lo esté pasando bien.
por cierto.... lo importante no es que lo lean o no, lo esencial es haberlo vivido...
si esta claro, pero ¿hay alguien?
jajajaaa
¿Que el Dr.Magenta ha estado en Córdioba?
Lo de los jovenes?
Muy bonitas las fotos, sin duda. Me quedo con la última Doc!!
relatos llenos de malinconia y fotos maravillosas...
Blanche.
malinconia? me gusta....
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