jueves, 29 de abril de 2010

China Blues

Una noche más sus pasos, de manera natural acabaron encaminándose hacia aquel Restaurante chino. A pesar de sus casi diarias visitas, Lorenzo no podía evitar sentir un ligero estremecimiento al abrir la pesada puerta de cristal y lanzar su perjudicada visión hacia el interior del salón en busca una mirada que le redimiese de tantas y tantas horas de soledad a la sombra de un viejo flexo y con la única compañía de sus libros y de todas esas cuartillas escritas a doble cara. Aquel restaurante se había acabado convirtiendo en una prolongación de su propia casa, en una prolongación de su propia vida. Prácticamente a diario, Lorenzo cenaba solo, siempre en la misma mesa, a la misma hora, los mismos platos y la misma mirada cómplice a la que desde hacia un par de meses se había tenido que acostumbrar a echar de menos.
Sin apenas pronunciar palabra y dejándose llevar por la rutina, Xen el camarero fue retirando los cubiertos que sobraban de la mesa, al tiempo le servia a Lorenzo una copa de vino tinto. Este dejaba perder su mirada en el fondo del espeso caldo mientras de forma espontánea tarareaba con su peculiar voz ronca y por lo bajini viejos temas de Duke Ellington.
Una noche más mientras Xen servia el plato de sopa sobre la mesa, Lorenzo se esmeraba en limpiar los cubiertos con una servilleta de papel, al tiempo que lanzaba su estrabica mirada hacia el interior del restaurante en busca de unos ojos cómplices que le diesen conversación. Aquel local, antaño refugio de dorados desamparos que durante años había cobijado a Lorenzo, dándole voz en días de silencio, dándole luz en días de completa oscuridad, dándole vida en días de muerte, ahora lucia renovado, diferente.
A su llegada Xen, se había encargado de darle al local un aire mas urbano, minimalista, extirpando, cual experimentado cirujano, cualquier objeto superfluo, reducto de su asiatico origen. Los cuadros que recreaban estampas chinas, que durante tantos años Sunn había cuidado con recelo, habían desaparecido de las paredes que ahora se mostraban blancas, lisas, sin vida. Y el león, el león que presidía la entrada al local, testigo de tantas y tantas conversaciones ahora lucia o mejor deslucía en un rincón de la entrada recogido tras unas cajas de refrescos.
Lorenzo sorbía la sopa con precisión, sin dejar escapar ni una sola gota de ese maravilloso caldo que regaba cada noche su apesadumbrada existencia, una sopa que Sunn se esmeraba en prepararle con cariño, con mimo, variados ingredientes todos ellos regados con el mimo con el que solo ella era capaz de cocinarle.
Desde la ausencia de Sunn, la sopa lucia con más brillo pero carecía de ese gusto, ese sabor, esa vida que Lorenzo intentaba rescatar al saborear cada nueva cucharada y que milagrosamente desde la llegada al local de Xen por fin hoy había encontrado.
Una densa ola de sabor, atravesó su paladar hasta hacerse fuerte en su cerebro. Sorbía la sopa con ansiedad aunque sin dejar de recrearse en ese momento que durante tanto tiempo había echado de menos. Ese sabor, esa textura, era Sunn….
Cuando Xen se acercó a la mesa con la cuenta, a Lorenzo la hubiera gustado poder expresarle todo lo que había sentido esa noche al degustar aquella sopa, lastima que se lo impidiese el limitado vocabulario castellano del camarero que no hacia ni 4 meses había llegado a este país.
- Hoy la sopa, muy rica, diferente, muy rica…. Le dijo de forma casi gestual.
Xen asentía agradecido al tiempo que con su tosco castellano contestaba.
- Hoy carne buena…

Ya de pie y mientras recogía el cambio de su cuenta, Lorenzo no pudo reprimirse y se acercó hasta la cocina donde el camarero estaba metiendo unas bolsas dentro de un arcon congelador.
- ¿Cómo esta tu tía? ¿Ya más recuperada? Preguntó Lorenzo
Xen sobresaltado por la inesperada presencia de Lorenzo al que creía ya en la calle, se apresuró a cerrar el arcón nervioso mientras le contestaba.
- Ella en China.
- Si hablas con tu tia (insistió Lorenzo con un sospechoso brillo en los ojos)
- Dale muchos recuerdos de Lorenzo, el poeta
- Dile que me acuerdo mucho de ella.
- Ella no hablar, insistía Xen mientras cerraba de un golpe seco el arcón.
- Ella en China, no hablar…. Dijo Xen mientras con la mirada ausente pasaba la mano por la puerta del arcon.
Para entonces sus palabras eran ya un eco muy lejano en el perjudicado oído del poeta que siguiendo el reflejo del rotulo del restaurante sobre los charcos llegó hasta la puerta de su casa. Una vez en el ascensor y mientras este ascendía hasta el sexto donde vivía, Lorenzo dejándose otra vez llevar por la melancolia, paso su dedo índice por una letra china grabada sobre la madera del elevador.
Sunn, pronuncio a media voz mientras una espesa lagrima resbalaba por su mejilla.

Exóticos trios


lunes, 26 de abril de 2010

La nana



Son muy pocas las películas en cartelera que me provocan cierto interés a la hora de ir a verlas, es el caso de “La nana” la película que nos ocupa. Después de su paso por multitud de festivales y de haber conseguido importantes galardones, esta cinta chilena llega a nuestras carteleras. Confieso que cuando vi el cartel centrado totalmente en la figura de la protagonista, llamó poderosamente mi atención. Me gustan estos personajes atormentados y un poco marcianos que nunca sabes por donde te van a salir. En este caso Raquel, la nana protagonista lucha con sus escasas armas haciendo la vida imposible a toda persona que ella intuye intenta arrebatarle su territorio en la casa.
Si bien la película da la impresión de que va a dar un giro trágico con el comportamiento de Raquel, lo cierto es que sorprende la forma en que el personaje va cobrando vida y desarrollando una serie de sentimientos que no ponía en practica básicamente porque no conocía y que van dando humanidad a una protagonista que en principio parecía condenada a la tragedia, pero sin caer en absurdas y simplonas moralejas o en finales felices carentes de argumento. Un personaje, para finalizar, con el que sorprendentemente el espectador acaba empatizando.

viernes, 23 de abril de 2010

Volver

No me hizo falta abrir los ojos para darme cuenta de que de nuevo estaba en casa. Mis músculos, todavía entumecidos después de reposar durante tanto tiempo en una cama articulada de hospital, ahora descansaban sobre el viejo colchón de mi dormitorio. Una cama que siempre me resistí a cambiar por un nuevo colchón de látex. Había tardado media vida en darle forma, y cuando al fin lo había conseguido, no tenia intención de abandonarlo a mejor suerte. Pude reconocer con agrado aquel impertinente muelle que siempre acababa haciéndose fuerte en la parte inferior de mi columna.
Arropado con mimo por aquel juego de sabanas, cuyo tacto y sobretodo aroma me resultaba tan familiar, todo un superviviente del marital ajuar que a pesar de sus demacrados y roídos colores y de ese tacto envejecido, casi nulo por el paso de los años, me arropaba con ternura mientras los últimos rayos de sol del día asomaban con timidez a través de la persiana, de mi ventana.
Esa ventana, antaño testigo mudo de tantos y tan entrañables recuerdos, ahora permanecía medio cerrada, en permanente ausencia.
Levanté la vista y allí estaban, libros, colecciones incompletas, colecciones de nada. Objetos colocados en ordenado desorden que de caótica manera se apilaban sobre los estantes y que a duras penas conseguían desviar la atención y conseguir lo imposible, que aquel rancio papel pintado pasase inadvertido. Una ardua tarea en la que colaboraban un par de posters de revista musical para adolescentes de los 80.
El viaje había sido tan largo y estaba tan cansado que difícilmente conseguía mantener los ojos abiertos.
Un leve murmullo, cúmulo de voces extrañas inundaba mi dormitorio. Ajeno a todos ellos, solo el ligero chirrido de la puerta consiguió sacarme de mi ausencia. Aquellos descarados rayos de luz me impedían ver con nitidez, noté como unos pasos se acercaban a mi cama, mientras alguien me cogia la mano.
- Mamaaaa, dije yo sin apenas escucharme.
Aquella mano, aquella piel me resultaba ajena.
Mamaaa, repetí esta vez sin mover los labios al tiempo que una nube de llanto contenido inundaba la habitación y sentí como esa mano ajena se iba soltando de la mía al tiempo que me cerraba los ojos.
Estoy tan cansado…..

Vinilos divinos


Pop-Art y canapés

Finalmente y como anticipaba en este mismo blog, ayer acudí a la inauguración de la exposición de Antonio de Felipe en el Palau de la Música. Soy muy fans del trabajo de este artista del que tuve oportunidad hace unos años de ver una fantástica exposición titulada “Cinemaspop” en el MUVIM de Valencia. Ahora vuelve a Valencia con otra muestra, esta dedicada al mundo del deporte pero siempre con esa misma mirada pop, divertida e irónica. Así en “Pop sport” comparten espacio y muchas veces lienzo; deportistas de elite con clásicos de la animación como el Correcaminos, personajes de Hanna Barbera o lo siete enanitos, superhéroes con conocidas marcas, iconos patrios como el toro de Osborne, Sara montiel o las meninas con homenajes a grandes artistas como Jasper Johns, Liechtenstein, o el equipo crónica, y esculturas clásicas como el Discóbolo compartiendo espacio con la pantera rosa. Una oportunidad para conocer a un pintor que, como el mismo afirmaba ayer en una entrevista, en esta muestra se recoge la esencia de su trabajo.
Acudí a la inauguración acompañado de mi amigo Visantin, artista multidisciplinar y cabañalero de pro, con el que compartir visitas a una galería de arte siempre es un placer dada la cantidad de información que acumula y es capaz de compartir. No paso mucho tiempo hasta que las primeros Vips comenzaron a hacer entrada en la sala. La directora del Palau acompañada del artista se dejaba retratar con orgullo mientras las primeras bandejas del catering comenzaron a desfilar por la galería. Lo que da de si un catering, se podría escribir un ensayo sobre los mismo. Me llamo especialmente la atención la forma en que algunas señoras interceptaban y bloqueaban prácticamente el paso de las camareras hasta finiquitar las viandas que esta portaba de ceremonial forma en su bandeja. Creo que voy a crear un grupo en el facebook:
“Señoras que ma-tan por un canapé”
Tras una breve aunque apasionada pugna por una croqueta con una de las señoras que a punto estuvo de acabar en agresión, decidimos ir a visitar el resto de la exposición ubicada en otra sala. Para cuando regresamos las señoras ya tenían prácticamente retenidas en una esquina a 3 asustadas camareras que sujetaban a duras penas las bandejas mientras una señora con el pelo lila y el vestido de lució en la boda de su hija 15 años antes, llenaba de croquetas un tuperware.
Fue entonces cuando mi amigo Visentin me sacó del visual letargo diciéndome:
- Mira, ha venido Larry.
- Larry, dije yo sin tener idea de quien me estaba hablando.
- Si, Larry… me dijo. La Rita….
Pude notar como mi copa de cava comenzó a temblar como si un tiranosaurios hubiera comenzado a acercarse. Afortunadamente no era Rex, era Rita que acompañada del artista comenzó a acercarse a los diferentes cuadros mientras dos fotógrafos dejaban constancia grafica del evento.
Hay que ver lo que vale esta mujer, me dijo Visantin.
Vale para todo, igual te inaugura una exposición de pop-art que te derrumba el Cabañal… ella es única, she is the one. Y así al ritmo de esta bonita canción abandonamos el Palau de la música, mientras Rita seguía haciéndose fotos y las las señoras que matan por un canapé exigían mas canapés como rescate por las 2 camareras que tenían retenidas en el baño.

lunes, 19 de abril de 2010

Collages, Jover



José Luis Jover



El domingo estuve visitando esta interesante exposición en el MUVIM, hasta el 2 de mayo estais a tiempo de acercaros y disfrutar con las cerca de 100 obras originales del artista conquense José Luis Jovar. Una selección de su obra más reciente que va desde el año 1996 hasta el 2009. Jovar, poeta de la generación de los 70, tambien llamada "novisima" comenzó a realizar collages como  parte de una terapia para superar un mal momento. Poco a poco se fué dando cuenta de lo cerca que esta disciplina estaba de la poesia. La poesia de este autor se ha caracterizado siempre por su concisión, su brevedad, algo que tambien podemos encontrar en sus collages, concision, esencialidad en un afán en decir lo máximo con lo mínimo, Jovar  tiende a pensar que en su obra siempre sobra algo. Una muestra muy recomendable donde se mezclan collages, poesia, ironia, humor a golpe de tijera.

jueves, 15 de abril de 2010

American beauty

 

Una gran película que supuso el debut en el cine del director teatral  Sam Mendes. La otra cara del sueño americano a través de los ojos de su protagonista, Lester Burnham, interpretado magistralmente por el actor Kevin Spacey en un personaje dificilmente olvidable. Junto a el Annete Benning como irritada e irritable esposa. Spacey realiza un fantastico trabajo, siempre dentro de los limites de la mesura, sin caer en la parodia convierte su papel en una fiel representacion del desencanto, dispuesto a dejar de vivir una vida que no le satisface, una vida que no es la suya.

miércoles, 14 de abril de 2010

Celebritie´s records 2

El peluquero cinéfilo

Conocía aquella vieja peluquería desde hace años, muchos años. Recordaba haberla visitado durante mi infancia en un par de ocasiones. Dos experimentados peluqueros para los que, cual Dorian Gray, el tiempo no pasaba, siempre los conocí igual de mayores, compartían espacio en aquel pequeño bajo. Sobre las paredes compartían espacio, calendarios de tías en pelotas con fotografías del Valencia F.C. Interviú caducados se amontonaban encima de una de las sillas sobre las que pacientemente los parroquianos esperábamos turno mientras en la radio sonaba una de esas interminables y soporíferas tertulias en onda media. Cientos, miles de cabellos anónimos se apelotonaban en el frió suelo de terrazo deslucido por el paso del tiempo mientras en el mostrador de trabajo y de caótica manera, lucían los útiles e inútiles de trabajo. Tijeras de dudosa salubridad compartían espacio con herramientas de afeitado y colonias de dudosa procedencia y aún más dudosa prescripción. Un intenso a la par que asfixiante aroma a Varón Dandy inundaba el local.
Habían pasado unos años, pero esa fragancia masculina por decreto continuaba presente en la peluquería que salvo insignificantes diferencia continuaba prácticamente igual.
Las sillas donde antaño los parroquianos esperaban su turno, ahora estaban ocupadas por clientes foráneos, distintas lenguas y acentos salpicaban de color aquel rancio espacio, convirtiéndolo en una nueva Babel del corte de pelo a navaja.
Al frente de la misma, ya no estaban aquellos dos entrañables peluqueros, en su lugar un veintenero prudente y reservado se afanaba con esmero en su trabajo.
A pesar del contundente aroma a la conocida fragancia, aquel lugar me resultaba acogedor a la par que entrañable, y lo mejor aquel joven no me dio la impresión de que tuviese ganas de ponerme al día de la liga de fútbol.
Una vez sentado en el sillón frente al espejo y después de darle al peluquero las concisas instrucciones para el corte, este me sorprendió agradablemente cuando mirando al carcomido espejo me dijo:
Ayer vi. “Tamaño natural” de Berlanga. ¿La conoces?
Pocas cosas consiguen sacarme de mi autismo social, el cine es una de ellas y Berlanga mucho más. Cuando me quise dar cuenta nos entrontrabamos enzarzados en una interesante conversación acerca del conocido y admirado cineasta, para continuar hablando del cine de Lars Von Trier y de la nueva hornada de jóvenes directores españoles. Aquel corte de pelo se me hizo cortísimo, no creo que pensasen lo mismo un par de clientes oriundos de ecuador que asistían circunspectos a nuestra cinéfila charla.
Aquella tarde se abrió ante mí una nueva visión del universo peluquería, espero con impaciencia a que vuelva a crecerme el pelo para continuar nuestra conversación donde la dejamos.

martes, 13 de abril de 2010

Peluqueros


Nunca me gustó ir a la peluquería, ya de niño sentarme en sus ortopédicos sillones conseguir trasladarme a la edad media reviviendo inquisitoriales torturas, para servidor peluquero era sinónimo de Torquemada.
Más tarde cuando aún ni rozaba la adolescencia, dejarme el pelo largo se convirtió en un símbolo de rebeldía. Aquello no duró mucho, llegarón los 80 y cualquier reminiscencia de los 70 olía a rancio, se imponía un cambio radical. Aquellas greñas desaparecierón para dar paso a un corte d pelo a maquinilla al ritmo de “Siniestro total”. Todavía recuerdo mis controvertidos primeros cortes de pelo al 1. Contundentes cambios de imagen regados con fijador o zumo de limón. Así de un tijeretazo, nunca mejor dicho, pasé de rebelde sin causa a rebelde sin pelo y pionero del movimiento punk en el barrio. No tardé demasiado en encontrar la parte práctica de tan contundente tijeretada. Aquel excesivo corte espaciaba más mis visitas a la peluquería que resultaba muy de agradecer. Por otra parte, así peinado de esta guisa no era necesario cuidar mi peinado, bastaba con pasar la mano por encima de la cabeza para estar peinado.
Con el paso de los años se fue asentando sobre mi cráneo el radical corte, corte en estado puro, sin zumo de limón, sin fijador y sin banda sonora. Cada vez resultaban mas espaciadas mis visitas al salón de peluquería, ya no tenia que fingir que me interesaba el fútbol cuando el peluquero en un afán por confraternizar con el cliente me ponía al tanto de goles y resultados que a mi personalmente no me interesaban lo más mínimo a los que ni siquiera podía responder ya que mi cultura deportiva no superaría el muy deficiente. También tuve un par de intentos en una academia de peluquería, pensé que quizás teniendo como interlocutor a una persona más joven, las conversaciones me resultarían más cercanas y sobre todo más interesantes. Aquello no funcionó ya que servidor temeroso de la inseguridad del alumno peluquero estaba más pendiente de la temblorosa mano de este que de la charla que nunca se producía. Durante años fueron muchas las peluquerías que visite en busca de un corte de pelo rápido, silencioso o en su defecto minimamente interesante, Después de buscar y rebuscar, encontré la solución mas cerca de lo que esperaba, volví a mi viejo barrio y para entonces allí estaba el, el peluquero cinéfilo…….

martes, 6 de abril de 2010

Los ojos de Bette davis




Un 5 de abril de 1908, nacia en Massachusetts, la actriz Bette Davis, que mejor homenaje a la que para servidor es la mejor actrioz que ha dado el cine que esta bonita cancion de Kim Carnes.
No me puedo imaginar a Bette Davis haciendo otra cosa quen o fuese interpretar, sus ojos eran cine, traspasaban la pantalla e iluminaban la oscuridad de las salas cinematograficas. Lo hacian hace muchos años, y lo siguen haciendo en la actualidad. Es la grandeza de las grandes estrellas, son eternas. Bette vivió y transpiró cine hasta el dia de su muerte. Todavia tengo grabadas en mi retina las imagenes en las que a la actriz se le entregó al premio Donostia, pocos dias antes de fallecer repentinamente. Aquella mujer ya octogenaria era cine, puro glamour. Cuando apareció su ya  enjuta silueta en el escenario del Teatro Victoria Eugenia fumando un pitillo, aquella imagen era puro cine.

La pasión Magenta

Después de unos días de vacaciones, el Dr.Magenta retoma su actividad bloguera. Mi intención era ilustrar este primer post a modo de cuaderno de bitácora en el que contar mis aventuras y desventuras durante estos festivos días. Debido, entre otros motivos, a mi precaria economía, mi semana santa ha transcurrido dentro de los límites urbanos en los que me muevo a diario, siendo el Cabañal el destino más lejano al que me he desplazado. Son muchos los adjetivos que se me ocurren para describir mi semana santa, desde luego “santa” no estaría entre ellos, tampoco exótica, ni excitante, ni siquiera emocionante. Han sido mas bien unos días de abandono, de relax, de dejadez y falta de motivación y sueño, de excesos y de carencias, de tristeza y de soledad.
Y es que no es fácil no caer rendido victima de esa apariencia casi fantasma que se respira en una ciudad abandonada por sus habitantes que durante estos días tienen a bien salir de ella en religiosa peregrinación automovilística hacia destinos saturados de ciudadanos ansiosos de sol y fiesta.
Una vez asumido mi nulo destino vacacional decidí relajarme y aprovechar para hacer todas esas tareas que tenia pendientes de hacer y que a día de hoy siguen pendientes de realizar. Definitivamente la santidad de estos días hizo mella en mi y como si de santa teresa de Jesús se tratase acabé sucumbiendo a tareas menos materiales y si mucho mas espirituales. La facilidad que tiene el ser humano para no hacer nada y además, añadiría yo, no aburrirse. Ni que decir tiene que el zapping es un maravilloso ejercicio de ociosidad, y durante estos días en los que las cadenas alternan títulos clásicos del cine religioso con adaptaciones televisivas de los mismos, al final de la jornada, uno tiene la sensación de haber visto una película eterna que se ha prolongado a lo largo de todo el día.
Estos días también me han servido para reencontrarme con viejos amigos a los que debido al vertiginoso devaneo cotidiano no tengo muchas oportunidades de ver. Náufragos vacacionales como yo, que aprovechando las circunstancias tenemos a bien reunirnos a la sombra de una jarra de cerveza para a modo de cáliz celebrar nuestra “ultima cena”. Era inevitable por otra parte, una casi fugar pero siempre gratificante visita a la semana santa marinera del cabañal de la que soy verdadero fans. En esta ocasión disfrute de la compañía de mi amiga Angela que en su papel de lugareña, me escoltó en una fría noche de viernes santo. Angela, metida de lleno en su papel de cicerone, me ilustró acerca de las diferentes cofradías y pasos de semana santa, prestando especial atención al tema “clavariesas” y más en concreto a sus excesivos estilismos de los que nos declaramos absolutos fans. A punto estuvo mi acompañante embriagada por la emoción del momento, de arrancarse con una improvisada saeta fruto de la fe y sobre todo de los martinis marca Romanoni que nos habíamos bebido en su casa. Y es que no es por disculpar mi comportamiento pero, ¿Quién no habría sucumbido a los encantos del cocktail con una bebida de tan noble marca? Romanoni suena a nombre de conde prusiano o mejor aun al apellido artístico de una actriz italiana de películas de romanos de serie B.
Seguimos la procesión hasta el final, una vez en la plaza frente a la iglesia donde iba a ser guardado el paso con el féretro que tenia dentro la imagen del Cristo yaciente. Una vez allí y en medio de un sepulcral (nunca mejor dicho) silencio, el cuerpo de cristo desapareció en un momento muy Las vegas, muy David Coperffield que tanto a Angela como a servidor nos dejó fascinados. Quizás le faltó al asunto un poco mas de estenografía, así a pelo quedaba muy pobre pero en todo caso efectivo y siempre sorprendente.
Así entre pasos de semana santa, películas religiosas, cervezas en grata compañía y Romanoni, he pasado estos días de semana santa. Otro año mas en el que no podré añadir fotografías de recuerdo en mi álbum de fotos, aunque que más da, siempre nos quedará el Cabañal…..