lunes, 29 de noviembre de 2010

JaPaN CoVeRs 3


BeRLaNGuiANo

Travestido de mapache circulaba por mi barrio cuando un coche de policía llamó mi atención. Dos agentes corrían por la acera, ni que decir tiene que servidor paró en seco su recorrido para enterarme de lo que allí estaba ocurriendo. En pocos minutos los dos policías volvieron a aparecer, esta vez escoltando al cabecilla de los gorrillas que operan por mi barrio. Al llegar al coche policías comenzaron a cachearle cuando justo en ese mismo momento, la comisión fallera de mi barrio, que esa noche celebraba su presentación, cruzaba por delante del improvisado cacheo. Un momento en el que no pude más que evocar a ese gran cineasta que nos dejaba la semana pasada, que momento tan berlanguiano pensé al tiempo que uno de los policías registraba los bolsillos del detenido y la banda de música interpretaba Paquito el chocolatero en un maravilloso plano-secuencia de los que hacia gala el director.

Mi ViDa cOMo uN MaPAChe

Llevaba días rondando la idea de dar un cambio a mi imagen. Después de someter a una amable dependienta de mercadota a un interrogatorio de tercer grado, con flexo incluido y todo, me decanté por un tinte para mi maltrecho cabello, dispuesto a aniquilar, cual Atila con los Hunos, las canas de mi cuero cabelludo y barba.
No soy nada aficionado a leer las instrucciones de ningún producto por lo que de irresponsable manera me deje llevar por mi intuición y comencé a trapichear con el contenido del tinte a fin de aplicármelo en la cabeza. Dudaba entre comprármelo en una perfumería o en los chinos, como me recomendó mi amigo el Rancio, por lo que finalmente me decanté por el termino medio, es decir el Mercadona.
Una vez preparada la solución, comencé a aplicarme esta en la cabeza y barba mas preocupado porque el pollo que tenia al horno no se quemara que por el resultado satisfactorio de la misma. Cuando me vi reflejado en el espejo, comprobé horrorizado que el tinte no solo actuaba en el cabello, también lo hacia en la piel, por lo que servidor después de aplicar la loción de gratuitas maneras, acabó con la cara que parecía un primo lejano de la familia Jackson.
Tras los oportunos lavados y enjuagues también pude descubrir que el tono del tinte va oscureciendo conforme pasan las horas, con lo que cuando me fui a bajar a la calle pude constatar frente al espejo de mi recibidor que aquel antaño caballo castaño claro y medio canoso, lucia ahora con un negro azabache que para si quisiera una folclórica. Dudé en ponerme unas enormes gafas de sol que ocultaran mi rostro y distrajeran la atención de los restos de tinta que se exhibían orgullosos y que me hacían parecer un mapache, un mapache folclórico. Finalmente decidí no ponerme las gafas panorámicas que sin duda me hubieran dado un toque Pantoja nada procedente por otra parte y bajar a la calle. Afortunadamente ya había oscurecido.

aRReBaTo MaDE iN TaiwAN

Decidí comenzar el fin de semana, visitando un mega chino, paraíso de las compras compulsivas. Me fascinan estos sitios, multitud de mercancías se acumulan en desvencijados estantes donde comparten espacios los pantys de señora, con las barras de pegamento y las agendas de bolsillo. En tardes como la del viernes, gusto de perderme por sus abarrotados pasillos y dejarme llevar por un espíritu compulsivo absurdo que me lleva a comprar las mercancías más absurdas.
Arrebatado, cual Eusebio Poncela en la mítica cinta de Ivan Zulueta, recorrí sus galerías ya inmersas de lleno en el más rancio espíritu navideño, en el cual no tuve mas remedio que caer victima de sus fosforescentes estampas, sus bipolares luminosos y eso particular universo chino-navideño que tanto me gusta.
Para cuando me quise dar cuenta ya había hecho acopio de varios rollos de papel de envolver de llamativos colores con el que dar rienda suelta a mis más bajos instintos para las tarjetas navideñas que este año quiero enviar y que generalmente empiezo a confeccionar dos días antes de navidad.
Entre tiras de espumillón, luminosos imposibles y muñequitos alegóricos con un más que presumible alto índice de toxicidad pase buena parte del tiempo en la tienda, hasta que recalé en mi pasillo favorito, el dedicado a la decoración. Lo confieso, me fascinan las figuritas de resina y especialmente las de carácter religioso. Y si encima llevan lucecitas, son la bomba. En realidad se podría decir que he establecido con todos estos elementos decorativos una especie de relación amor/odio, muy tremenda, casi enfermiza, casi tanto como la que tengo con las cajas. La sección dedicada al almacenaje es otra de mis favoritas, el problema viene cuando ves que empiezas a acumular cajas vacías en tu casa. Cajas que no sabes con que llenar, pero son tan bonitas….

jueves, 25 de noviembre de 2010

A uNa NaRiz

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado

Érase un espolón de una galera,
Erase una pirámide de Egipto;
las doce tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.

lunes, 22 de noviembre de 2010

JaPaN CoVERs 2


En BuSCa dE La esENCia PeRDiDA

Nunca me atrajeron las colonias ni los perfumes, la esencia del doctor magenta huele a colonia de niños de las que se vende en los supermercados a tamaño familiar. No se muy bien, entonces porque el sábado por la tarde decidí encauzar mis pasos hasta una famosa perfumería en busca de una nueva esencia quizás mas acorde con mi nueva y gafil Imagen.
Una amable señorita me acompaño en tan ardua y difícil tarea, escogiendo las fragancias que ella consideraba mas adecuadas a mi personalidad. De ceremoniosa manera fue impregnando con diferentes aromas una serie de palitos de cartón, que me iba pasando al tiempo que me informaba de las características de cada una de las diferentes marcas. Sin darme cuenta comencé a entrar en un particular universo para mi desconocido, el de las personales fragancias, el de los envasados aromas.
Si hay algo que supera mis conocimientos sobre este tema, es mi indecisión. Ni que decir tiene que estuve cerca de una hora para elegir la colonia que me iba a comprar.
Cuando me quise dar cuenta llevaba cerca de una docena de palitos en la mano. A modo de improvisado abanico, paseaba por el establecimiento, aromatizando las distintas estancias de este a golpe de paipay mientras la simpática dependienta seguía recitando de carrerilla las propiedades de cada una de las colonias, incorporando toda una nueva generación de olfativos adjetivos a mi siempre agradecido vocabulario.
A modo de aromático sumiller fui catando e impregnándome de aromas, no en vano dios me ha dotado de una considerable nariz, que digo yo que para algo me tenia que servir además de para acabar con las reservas de kleennex en días de gripe.
Se acercaba la hora de cerrar el establecimiento y seguía sin encontrar esa fragancia. Mi nariz estaba confundida, perdida entre tantos aromas diferentes, y la amable dependienta comenzaba a cambiar su agradable sonrisa por una especie de mueca de pánico. Si no me decidía pronto, iba a terminar convirtiéndola en una asesina en serie. Lo note cuando después de pedirle por cuarta vez que me diese a probar Bambú de Adolfo Domínguez, un hilillo de sangre comenzó a correr entre sus apretados puños.
Creo que me voy a llevar esta decidí con firmeza después de cerca de una hora catando aromas. Rápidamente la joven dependienta salio con el envase en la mano hacia la caja gritando y corriendo como las locas, hasta terminar en los brazos de una compañera que amablemente termino consolándola.
Contento por la elección me fui para casa, no sin antes interesarme por el estado de salud de la muchacha que al verme dirigirme hacia ella, salio corriendo del establecimiento cruzando sin mirar la plaza de España en una imprevisible escapada que a punto estuvo de costarle la vida.
Es que no me tienen paciencia….
PD. Nunca debi de ponerme el viernes noche "El perfume" en DVD....

viernes, 19 de noviembre de 2010

¿Qué Me PaSA DoCToR?

Reconocida mi debilidad por las comedias, las buenas comedias, no podía dejar de incluir "Que me pasa, doctor" entre las 100 pelis favoritas del Dr. Magenta. Pese a no llegar a la altura de los grandes clásicos del genero, Bogdanovich en un claro y sincero homenaje a todas esas películas que le hicieron amar el cine, dirige un divertido film con una estructura clásica en el género.
La clásica historia del tipo corriente y ordenado, de vida organizada y anodina que se cruza con una joven alocada, decidida y dispuesta a dar un giro a la vida del protagonista.
Equívocos con las maletas, disparatadas persecuciones y una historia de amor con una simpática pareja protagonista en la que por no faltar no falta ni una canción, en este caso una versión del clásico "As time goes by" de la mítica "Casablanca" interpretada por la estrella de la canción.
Todo un catalogo de buen hacer de comedia, un ritmo envidiable, una película que destila pasión por el cine clásico en todo su metraje. Una buena ocasión para conciliarse con el cine en estado puro, pura diversión.....



martes, 16 de noviembre de 2010

eN DíAs cOmo eSTe

Batallo a diario con mi frágil memoria, intentando salir airoso en mi devenir cotidiano.
Irritado y persistente peleo contra mi intelecto a fin de no perder la contienda.
Pero ella, la memoria, puñetera y resabiada, no resulta un rival fácil. Con ese cruel fin me pone a prueba a diario.
En días como este, sin embargo, me rendiría con gusto a tan intelectual combate.
En días como este, gustaría de amanecer perdido, sin día, sin hora, ajeno a la fecha en la que estamos viviendo, y sobre todo a la que hemos vivido.
Hoy, justo hoy, se cumple un triste aniversario. Dos años, dos largos años de una ausencia y de una irremplazable perdida.
Y aunque mi mente se empeñe en borrar dañinos recuerdos, la memoria insistente pierde su ligereza y se instala con fuerza en mi cabeza.
Maldita memoria, ya podía ejercer su contenida afectividad, cuando realmente se la necesita. Si pudiera la dejaría en pause, a la memoria, a la maldita memoria.
En días como este, se agradecería una inesperada amnesia.
En días como este, no me gustaría despertar…


lunes, 15 de noviembre de 2010

EL búHo y La GaTA


El pasado domingo estuve viendo en el teatro Talia una representación de la obra de teatro “El búho y la gata”. No es la primera vez que tenia ocasión de ver esta obra en escena. Ya hace algunos años, teatres de la Generalitat produjo este texto que a su vez años antes, había dado origen a un film protagonizado por George Seegal y Bárbara Streisand. En esta ocasión el texto de Hill Manhoff es adaptado y dirigido por el actor Jaime Pujol y protagonizado por los televisivos Lola Moltó Y Juan Gea. Una buena ocasión para disfrutar de una fantástica pieza teatral, una comedia perfecta, una historia de amor, de encuentros y desencuentros entre una inocente y deslenguada prostituta, y un malhumorado escritor frustrado.
Los diálogos, tan importantes en este género, son una pieza clave de esta divertida obra en la que el peso de la misma recae sobre estos dos actores que aunque correctos, a mi modo de ver no están a la altura de la pieza. Quizás el problema sea que guardo un excelente recuerdo de la anterior versión teatral que vi. hace unos años. En aquella ocasión eran el tristemente desaparecido actor valenciano Carles Pons y la actriz Ángela Castilla, los protagonistas. Difícilmente habrá una Doris o Katy (como se hace llamar el personaje en esta versión) mas fantástica. Por cierto ¿Qué será de Ángela Castilla? Que gran actriz….
Lo cierto es que en esta ocasión me ha costado mucho creerme a la protagonista que impregnaba al personaje un delatador acento valenciano que no tenía nada que ver con el personaje. Me gustó mucho mas la interpretación de Juan Gea, su personaje no es nada agradecido, hacer de replica de un personaje femenino tan divertido y tan potente nunca es fácil y el actor consigue interpretarlo con nota.
En todo caso, una obra de teatro muy divertida y entretenida de ver, una buena oportunidad para disfrutar de una comedia clásica de las que lamentablemente ya no se escriben.


eXóTiCoS VoCaLisTAS 7


VivA BeRLaNGA

No podía dejar pasar por alto la noticia que sin duda ha marcado lamentablemente este fin de semana, el fallecimiento del director de cine Luís García Berlanga. Mucho se ha escrito y sin duda se escribirá sobre la vida y obra de este genial director, y es que sin duda, su desaparición nos ha dejado un poco huérfanos. A nivel personal Berlanga junto a Buñuel y Almodóvar representaban como la santísima Trinidad de nuestro cine, una comparación con la que no creo que se identificasen demasiado ninguno de estos tres directores, pero que sin duda imagino les haría cierta gracia dado ese carácter tan acido, y critico que los tres comparten. Tres creadores muy personales a la hora de dar una visión muy particular de este país. La visión deformada y demoledora de Buñuel, reflejada hasta en sus obras más internacionales. La visión de la realidad soñada, la que le permitia mostrar la realidad más como le gustaría que fuese que como realmente es, que practica Almodóvar, y por ultimo la mirada de berlanga. Una mirada acida, corrosiva, en ocasiones cruel, esperpéntica y siempre fallera, festiva. Un director capaz de ser critico con una España sumergida de lleno en una rancia dictadura, de la que solo el fue capaz de reírse y hacernos reír. Junto a el tambien genial Rafael Azcona, parió los más significativos títulos de nuestro cine, y los mejores de su filmografia.
Con esa mirada exenta de ideología política, Berlanga ponía en la pantalla lo peor de nosotros mismos. Muchos de sus personajes, herederos de la España más ruin, más mezquina y sin embargo entrañables fueron interpretados de magistral manera por nuestros mas queridos actores secundarios, que en su cine adquirían la categoría de protagonista. La coralidad de sus historias propiciaba la abundancia de personajes. Famosos son sus ya clásicos planos secuencia, en los que Berlanga gustaba de exponer en una larga secuencia a muchos de sus personajes actuando a la vez en lo que eran y son verdaderas joyas de su cine. Desde la falsa caridad de “Placido” a las ayudas a una España aislada por el franquismo de “Bienvenido Mr. Marshall”, pasando por la pena de muerte o la guerra civil de “La vaquilla”, Berlanga nos enseñó su particular visión de España, siempre con una sonrisa entre pícara y socarrona, con la que de alguna forma todos aprendimos a reírnos de nosotros mismos.
De entre todas sus películas, hay una que aunque no es de sus mejores obras ni mas conocidas, a mi particularmente me gusta mucho. “Vivan los novios” es uno de sus films menos conocidos. Protagonizado por unos fantásticos López Vázquez y Laly Soldevilla, el film se caracteriza por su demoledor humor negro.
Recuerdo perfectamente la primera vez que vi esta película. Fue hace muchos, muchos años en una galaxia muy lejana llamada valencia. Fue en el cine de barrio que había bajo mi casa, en una sesión de noche a la que acudí siendo aun muy pequeño con mis padres y mis hermanas. Allí descubrí a Berlanga mientras cenábamos tortilla de patatas y bebíamos gaseosa la Casera en su rancio patio de butacas. Un cine que en verano, al carecer refrigeración, abría unas puertas laterales que cubría con una especie de mosquiteras de madera para que entrase el fresquito de la calle. Ni que decir tiene que eran muchos los vecinos que a pesar de eso, y como si de una emisión codificada se tratase, bajaban con las sillas de su casa y se sentaban en la calle para ver las películas a través de los incomodas mosquiteras. Así fue como descubrí, siendo un crío, su cine, viviendo en mis propias carnes un momento muy Berlanga, algo que afortunadamente ha sido una constante durante el resto de mi vida.
Como siempre apunto en estos casos, afortunadamente la grandeza del cine es su permanencia. Berlanga y sus películas continúan vivas, y de nosotros depende que lo sigan estando. Viva Berlanga.

jueves, 11 de noviembre de 2010

En FoRMa 2


CoN LoS 5 SENTidOS

Un insistente a la par que inoportuno repicar de campañas, sacó a Marisa de su prolongado letargo. Respiro profundamente, como queriéndose beber la vida, disfrutando de cada instante como si fuera el último.
Removió con ligereza su copa con el dedo índice, al tiempo que introducía una rodaja de limón en su boca, dejándose envolver por su dulce amargura, todo ello sin dejar de observar al resto de personas que disfrutaban de los últimos rayos de sol de aquella tarde de verano. Un cálido e intenso perfume masculino, le advirtió de la presencia de un joven de apuesto aspecto que tomó asiento en la mesa contigua, provocando en Marisa, una irreprimible excitación tan solo amortiguada por un oportuno cubo de hielo del que, como por arte de magia, efímeras gotas de agua comenzaron a deslizarse sinuosas por sus prominentes pechos, al tiempo que humedecían con discreción la provocativa blusa violeta con la que hoy había decidido vestirse.
- Si bien es cierto que muchas veces la vida no tiene sentido, más cierto es que de vivirla que mejor que hacerlo disfrutando de todos y cada uno de ellos, susurró Marisa al oído del apuesto joven.
- Como lamento no habernos conocido antes, como lamento que no puedas escucharme, como lamento no estar viva, dijo Marisa al tiempo que daba un largo y placentero sorbo a su copa.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

SoMBReRo De CoPA


Ni el frió, ni las primeras nieves, podía arrebatar a Antonio, su pasión por el cine. Tan grande, que ni el cansancio, ni la siempre inoportuna hambre, consiguieron disuadirle de la idea de andar cerca de 3 kilómetros hasta el pueblo para meterse en una oscura sala de cine, donde dejarse llevar por sueños y aventuras ajenas, tan alejadas de la triste realidad de una áspera guerra.
Con paso firme entro en la casa y se acercó hasta la pequeña Lola, la menor de todos sus hermanos, que junto a estos se acurrucaba pegada a la lumbre en busca de calor. Con la sobriedad que le caracterizaba, le preguntó a la pequeña susurrándole al oído:
- Nano, ¿nos vamos al cine?
Una enorme y espontánea sonrisa iluminó la casa durante unos instantes, al tiempo que levantándopla en brazos comoenzaba a ponerle los zapatos.
- Venga, nos queda un trecho hasta el cine, dijo Antonio encaminando sus pasos hacia la calle.
- ¿Qué película echan? Preguntó la pequeña intentando alcanzar el decidido paso de su hermano.
- Es de la que a ti te gustan , contestó Antonio al tiempo que aprovechaba para abrochar el último botón del ajado abrigo de impredecible herencia que llevaba la pequeña...
- Es una película de canciones y bailes, se llama “Sombrero de copa”
Ni siquiera los últimos coletazos de la guerra, consiguieron cerrar el cine del pueblo, que impasible y orgulloso, se erigía en el centro de la plaza, dispuesto a abrir sus puertas a todos aquellos que quisieran soñar con los ojos abiertos.
Entraron en la sala cuando el NO-DO no había hecho más que comenzar. Aquella triste y rancia ventana al mundo, no tardó en dar paso un Hollywood tan luminoso como irreal. De la batalla del ebro a los glamurosos salones de baile de Manhatan. De los marciales y amenazantes pasos del ejercito nacional entrando en el pueblo, a los siempre insinuantes y gráciles pasos de baile de Fred Astaire y Ginger Rogers. Pero como en todos los sueños, este también tenía un final. Con el The End, cesaron los bailes, los bonitos vestidos y las candidas historias de amor y lujo.
Una intensa nevada cuajó con fuerza en el árido paraje, sirviendo de fría alfombra a tan gélido retorno. La noche cerrada, tan solo iluminada por el reflejo de las estrellas del celuloide, les servia de guía a la triste realidad.
Mientras caminaban raudos por el campo, Lola, ensimismada en aquel mundo de imaginación que le había acompañado durante 90 minutos, intentaba emular a protagonista con asimétricos pasos de baile que dejaban en evidencia su desgastado calzado.
Antonio caminaba deprisa, unos pasos por delante de la ella, cortando el frió con su flaca y espigada silueta.
- Antonio, dijo Lola timidamente.
- Te pareces a Fred Astaire…
Los dos comenzaron a reírse mientras no dejaban de frotarse las manos para evitar el frió.
La nevada se había hecho fuerte en tan intempestivas horas, sin que Antonio, preocupado por llegar lo antes posible a la casa, reparase en la pequeña que desde hacia unos minutos había dejado de cantar.
- Vamos nano date prisa, dijo el hermano mayor al tiempo que se percataba de la desnudez de los pies de la pequeña.
Rápidamente la cogió en brazos, comprobando asustado que esta tenia los pies helados.
- Nano, tus zapatos…
- Los perdí en la nieve, dijo Lola entre contenidos sollozos.
Antonio se quito la chaqueta, envolviendo con esta las piernas de la pequeña y llevándola en brazos rápidamente hacia la casa. Esta, apoyó su cabecita en el pecho de su hermano, buscando su calor mientras los ecos musicales de “Sombrero de copa” eran silenciados por los secos golpes de viento frió que les acompañaron hasta llegar al pueblo.
- Agua, calentar agua… gritó Antonio al entrar en la humilde vivienda y comenzar a despojar a la niña de tan húmedo ropaje.
Sentado junto a la lumbre, acunaba, como si de un bebe se tratase a su hermana pequeña, hasta que ambos se quedaron dormidos.
Ya de madrugada, y aun de cara a la hoguera, la voz de la pequeña despertó al joven.
- Antonio, Antonio….
- Dime nano.
- ¿Me llevarás algún día a bailar?
Antonio sonrió, al tiempo que con los ojos aun brillantes le contestó:
- Algún día nano, algún día…


viernes, 5 de noviembre de 2010

La EDaD dEL HiELO


Una inoportuna liebre, provocó que su vehículo se saliese de la carretera y acabase empotrado contra un centenario eucalipto que servia de puerta de entrada a aquel espeso paraje. Sin apenas rasguños, y todavía consternado por el golpe, Charlton salió con torpeza del coche y se apoyó extasiado sobre el capó del mismo.
Nervioso, intentó encontrar cobertura suficiente para poder hablar por teléfono, con nulo resultado. Intranquilo miro su reloj de pulsera, llegaba tarde.
Sin pensarlo dos veces, abrió el maletero y cargó las bolsas que había en su interior, para terminar adentrándose en aquel frondoso bosque.
Dejándose llevar por su intuición, reparó en las huellas que habían dejado sus amigos en el suelo, estas le sirvieron de guía por tan confuso camino. Poco a poco la claridad se fue abriendo entre tan espesa vegetación. Sin duda ya estaba cerca.
- Allí están, gritó entusiasmado al asomar su cuerpo en lo alto de una ladera. Inquieto observó el contenido de las bolsas.
- No esta todo perdido, pensó, mientras las primeras notas de un repetitivo tema dance llegaban a sus oídos.
Con la emoción de un niño, comenzó a bajar corriendo por la ladera, al encuentro de sus amigos que colgados de los árboles, disfrutaban de tan esperado botellón.
- Colegas, ha llegado el tío Charlton, gritó al tiempo que dejaba asomar las bolsas repletas de cubos de hielo, mientras exaltados grupos de simios se acercaban con entusiasmo para abrazarlo.
Charlton, ensimismado con la tierna escena no pudo sino respirar profundamente al tiempo que musitaba emocionado:
- Míralos, son tan monos….

jueves, 4 de noviembre de 2010

PRoFéTiCoS ViNiLoS


Tia CoNCHa


Acostumbraba a pasar largas temporadas de verano en el pueblo, en la casa en la que vivía mi tía Concha. Para entonces ya había quedado viuda, como ella solía decir entre dientes. En realidad mi tío la abandonó, desapareció un frió día de invierno, allá por el año 73. Por entonces, yo era un niño de 8 años, y aunque mi tía decidió enterrar en vida la memoria de su marido, lo cierto es que los ecos de una adúltera escapada, resoplaban con fuerza en aquel tosco paraje manchego.
Recuerdo con nostalgia, aquellos estíos en el pueblo, a la sombra de la tía Concha, que a pesar de su adusta presencia, siempre me recibía con el mayor de los entusiasmos. Eran días de agrestes escapadas, de bollos con chocolate, de intempestivos baños en el río y de costras secas en la rodilla.
Han pasado mas de 30 años desde aquel último verano, a pesar de ello, no me resultó difícil encontrar la casa, que prácticamente seguía tal y como la guardaba en mi memoria. Aproveché mi visita a España para acercarme hasta el pueblo, tía Concha había fallecido hacia ya cerca de un año, y un escueto y frió telegrama me comunicaba que ante la ausencia de hijos y familia directa, esta me había dejado la casa como herencia.
Todavía no sabía lo que iba a hacer con aquel viejo caserón. Una extraña sensación mezcla de nostalgia y desasosiego me acompañó durante todo el viaje. Eché un ligero vistazo a la planta baja y de forma intuitiva comencé sin pensarlo a subir con cierto recelo las escaleras que conducían al desván, aquel viejo desván en el que mi tía acomodaba un rancio colchón de pluma sobre el que yo dormía durante mis estivales visitas.
Aquel último verano del 73, no fue igual que los demás. Tras el abandono de su marido, tía concha no volvió a ser la misma. Su cuerpo se encogió al sobrecogedor ritmo que lo hacia también su alma. Pese a todo, decidí pasar de nuevo con ella unos días aquel último verano.
Mis viejos tebeos, ya amarillentos, se amontonaban junto a aquel viejo colchón que apoyado sobre la pared, resistía orgulloso el paso del tiempo. Justo arriba del cabezal de la que un día fue mi cama, pendía un inquietante cristo crucificado tallado en madera. Ensimismado, me quedé un rato mirándolo al tiempo que un ligero escalofrío comenzó a recorrer mi cuerpo. Todavía recuerdo aquellas últimas noches, aquel último verano. Fueron noches de angustia, en las que el miedo se instalo con fuerza en aquel desván. Ecos de irreconocibles voces surgían entre aquellos sólidos muros de piedra. Intermitentes apagones, inexplicables sonidos que me acompañaron aquella última noche de hace casi 30 años, cuando de forma repentina aquel viejo crucifijo cayó al suelo decapitando su figura. Todavía recuerdo como asustado, lo cogi entre mis manos y pegue de nuevo la cabeza con un bote de cola que encontré entre lo que parecían ser las herramientas del que un día fue mi tío. Ha pasado tanto tiempo y aquella figura me seguía provocando una extraña angustia.
El ruido de un motor arrancando me devolvió de nuevo a la realidad, comprobando al asomarme por la pequeña ventana del cobertizo que el coche era el mío, alguien me estaba robando el vehiculo. Bajé corriendo las escaleras pero cuando llegué a la puerta, este ya comenzaba a perderse entre los tortuosos caminos que daban acceso a tan agreste paraje. Recordé con desasosiego que me había dejado el teléfono en el interior del vehiculo por lo que en un último intento decidí acercarme hasta las casas cercanas en busca de ayuda. Comenzaba a anochecer y mi angustia crecía a medida que constataba que como ya imaginaba, ya nadie vivía en aquella pequeña aldea.
La oscuridad se había hecho fuerte en una más que cerrada noche manchega, con cierta dificultad conseguí llegar de nuevo a la casa con la intención de hacer noche. El pueblo mas cercano y la carretera estaban a más de 15 kilómetros y en esas condiciones adentrarse en tan sombría noche era una locura.
A tientas y ayudado por una pequeña linterna que siempre llevaba en mi mochila, conseguí encontrar unas cuantas velas en un cajón de la cocina, asegurándome un mínimo de visibilidad en tan espesa noche. Había sido un largo viaje, estaba cansado, sin coche, sin luz. Resignado subí de nuevo al cobertizo, un escalofrío recorría mi cuerpo a medida que subía los escalones de madera acompañándome con sus crujidos a modo de desconsolados lamentos.
- No debería haber venido, pensé mientras dejaba reposar la vela sobre la mesilla de noche y me recostaba sobre el viejo colchón de plumas, al tiempo que casi sin querer era vencido por el cansancio acumulado por tan largo viaje, cayendo en un profundo sueño.
Un estremecedor ruido me sacó de mi letargo, un sonido profundo que surgía del interior de aquellos muros. Era como si aquellas paredes hubieran cobrado viva y aullasen, gritasen pidiendo auxilio. Asustado me incorporé en la cama, un seco golpe de viento abrió la ventana de par en par inundando la estancia de oscuridad, al tiempo que pude ser testigo de cómo una enorme grieta se iba abriendo paso en el muro sobre el que reposaba el viejo camastro. Un fino y sobrecogedor halo de luz emanaba del interior de aquella pared, una tosca abertura en la podía meter mis dedos. Cesaron los ruidos, con el corazón al borde de la taquicardia me acerque a esta, asomándome para ver en su interior. Una efímera mirada asomo por el interior de esta al tiempo que perdía el conocimiento y caía al suelo.
Desperté con las primeras luces del día con un intenso dolor de cabeza sin duda provocado por el crucifijo que había caído de la pared, dando contra mi cráneo. Horrorizado comprobé que este lucia de nuevo decapitado. Apenas recordaba lo que aquella noche había sucedido, aquellos ojos que me observaban a través del espeso muro probablemente fueron consecuencia del shock que me provocó el golpe del crucifijo sobre mi cabeza.
- La cabeza, donde esta la cabeza, pensé….
Al comenzar a levantarme del suelo, algo llamó mi atención debajo de aquel viejo somier, eran los intensos ojos del cristo que amenazantes me observaba bajo la cama. Con sigilo comencé a tantear hasta dar con el, algo se interpuso entre mi mano y el, era una caja, una vieja caja de lata que con cierta dificultad conseguí rescatar. Salí de la casa con ella, necesitaba respirar, necesitaba luz. Sentado en la entrada, abrí ceremoniosamente aquella caja cubierta de polvo. Un montón de cartas, cuidadosamente atadas con una cuerda de palomar reposaban en su superficie. Eran cartas de amor, una tosca caligrafía acompañada de rancios versos que consiguieron sacar una ligera sonrisa de mi boca. Unas cartas dirigidas a mi tío que sorprendentemente no estaban firmadas por tía Concha. Bajo todas ellas, una vieja fotografía de mi tío a la que se le había arrancado la cabeza, su cabeza… su DNI, un anillo de matrimonio en el que se podía leer; Luís y Concepción y algunos documentos relativos a propiedades de ambos. Montones de dudas se agolpaban en mi interior, y como en una pesadilla, la imagen de aquel ojo asomando por entre la grieta del cobertizo, no dejaba de asaltar con insistencia mi mente. Una vieja llave hueca reposaba en el fondo de aquella reveladora caja, la cogí entre mis manos, esa llave…. Esa llave me resultaba tan familiar. Era la llave de la alacena que mi tía tenia en el cobertizo, la misma alacena en la que jugando con mi tía, me había escondido tantas veces.
Aquel último verano del 73, esta había desaparecido, su puerta había sido cubierta con un espeso muro, el mismo muro que durante la noche bramaba de dolor.
No se muy bien que me impulsó a ello, lo cierto es que cuando me quise dar cuenta me encontraba en el desván con un pico que había encontrado en el corral, intentando descubrir que se escondía detrás de aquella pared, Comencé a picar sobre aquel espeso muro que no daba tregua a mi descanso, hasta que un pequeño agujero me permitió asomarme a su interior, del que emanaba un intenso y sobrecogedor olor a muerte. Dejándome llevar por una mezcla de rabia y miedo comencé a golpear con fuerza sobre el muro hasta hacer caer un montón de ladrillos suelo, después de haberle propinado embrutecidos golpes con el pico.
Entre los cascotes, un bulto llamo mi atención. Estaba envuelto en papel de periódico. Un viejo periódico fechado en el año 1973. Un ligero bulto que abrí, descubriendo horrorizado que se trataba de un cráneo humano. Asustado decidí llegar hasta el final y encontrar la última pieza del puzzle, de un siniestro puzzle del que creía tener la solucion. Ayudado por el pico comencé a arrancar los unimos ladrillos hasta tirar el muro abajo. Estremecido descubrí la respuesta a tan siniestra herencia. Emparedado tras aquella vieja pared descansaban los restos de un cadáver, este lucia un viejo anillo en el que se podía leer. Luís y Concepción.
Totalmente consternado me deje llevar por mis pasos hasta la ventana, donde desconcertado pude ver que el coche, mi coche, estaba aparcado en la puerta de la casa, donde siempre estuvo……

martes, 2 de noviembre de 2010

Un LaRGo PueNTE

Un puente que comenzó el pasado viernes y que me ha devuelto a mi rutinaria orilla hace apenas unas horas. Un puente no se si colgante, pero si colgado. Un largo puente con mucho tiempo por delante pero sin ganas para nada. Una pasarela que nos ha cruzado con ligereza de un mes a otro, hemos dejado el esperanzador octubre para entrar de lleno y de sombrías maneras en el oscuro noviembre. Un mes difícil que comienza festejando a los que ya no están, aquellos que nos han dejado y que difícilmente podemos olvidar.
Y comencé a cruzarlo con paso firme, entusiasmado por la aparición del nuevo disco de Fangoria. El viernes me encaminé decidido hacia unos grandes almacenes para hacerme con el, encontrándome con la agradable sorpresa de que esa misma tarde, Alaska y Nacho Canut firmaban ejemplares en esta misma tienda. Ya de vuelta y debido a la extensa cola que prologaba la codiciada firma, decidí pasar de la firma y hacerme con la edición de luxe del esperado trabajo. Antes me acerque hasta la artista que lucia orgullosa su remodelado cuerpo al tiempo que repartía sonrisas entre sus admiradores, y es que Alaska, como la reina, es toda una profesional.
Ni que decir tiene que este puente ha tenido su propia banda sonora, la del popular grupo que no ha dejado de sonar en mi precario equipo musical. Añejas canciones del grupo, han sonado renovadas en el salón de mi casa a un volumen poco habitual.
Y así, alternando entre los distintos cd´s de la recopilación fui atravesando el puente, sin reparar en el tradicional cambio de horario que una vez más me pilló de improviso cuando el domingo amanecí a intempestivas horas, ajeno a que en realidad estaba viviendo en un universo, no se si paralelo, pero si adelantado una hora respecto al resto de peatones. Fue más o menos a media tarde cuando descubrí tan siniestro complot a mi persona. Por la noche, cenita con amigos y copita en plena celebración de hallowen. De regreso a casa servidor tuvo que lidiar con las hordas disfrazadas de personajes terrorificos, deambulan con siniestros pelajes celebrando la noche de Hallowen. Confieso que ver a un tío con la cara pintada de tosca manera cual urban-zombi, portando una litrona en una mano y un porro en otra, no debería ser una imagen terrorífica, sin embargo no se si debido a mi perjudicado estado, a mi si que me lo parecía. Nunca tarde tan poco tiempo en cruzar la Pza. de España. El resto de este largo puente ya es historia, la misma historia. Abandonado a la desidia y pereza, no pude reprimirme y caí victima de mis más odiados instintos. Cuanto tiempo por delante y tan pocas ganas de hacer nada… Ainssss

NaTuRaLEZa MuERTa 3


AMaÑaDa EsCAPaDa

Me reincorporo a la rutina bloguera después de una semana de injustificada ausencia. Bien es cierto que esta comenzó con mi escapada maña de la que si que di breve y grafica cuenta en este vuestro blog. Una escapada de apenas dos días en los que apenas tuve tiempo para comenzar a descubrir una ciudad en la que nunca había estado y a la que estoy deseando volver. Llegué a Zaragoza el pasado martes en calidad de comparsa de sueños ajenos. Uno de ellos real y tangible que después de mucho pelear, finalmente ha podido realizarse y de que disfruté siendo testigo de su éxito. El otro sueño intenté vivirlo por la persona que lamentablemente no lo pudo hacer en vida y del que yo recogí su oportuno testigo para llevarlo a cabo y vivirlo con una emoción que a duras penas lograba disimular.
La brevedad del viaje y las circunstancias que lo acompañaban, me impidió descubrir más rincones de esta bonita ciudad. Aun así, tuve oportunidad de disfrutar de una agradable jornada por su caso antiguo, visitando el pilar y sus alrededores. Ni que decir tiene que mi afición por este tipo de entregadas devociones marianas me llevó a participar de todas sus fervorosas liturgias. Totalmente mimetizado con el universo “pequeñico”, tan arraigado al pueblo aragonés, la Pilarica, el torico… no podía dejar de recitar esos bonitos y eurovisivos versos “Algo pequeñico, algo chiquitico…”
Tras visitar a su patrona, a la que me tuve que acercar hasta prácticamente terminar dando la eucaristía con el sacerdote que en ese momento estaba dando misa, me dirigí a la sacristía, en donde a modo de devoto souvenir, tuve a bien comprarme unas típicas cinticas de colores, con la medida exacta de la imagen de la Pilarica, para luego pasarlas con entregada devoción por el pilar que sostiene a la patrona. Que me gustan a mí todas estas cosas….
Me gustó especialmente ese contraste que se da entre los distintos estilos arquitectónicos de la basílica, con elementos más contemporáneos que se pueden ver en la misma plaza.
Durante la efímera visita, tuve a bien acercarme hasta un bar con la intencion de tomar un café, eligiendo para el ocasion, uno de abandonado y autentico aspecto que se llamaba "Bar Los Mañicos", mi sorpres fue que al acceder al mismo, este estaba regentado por chinos, ya sabeis... La aldea Global.
Destacar la infinidad de tiendecitas de recuerdos que se agolpaban alrededor de esta, llamándome poderosamente la atención, la devoción de este pueblo por los dulces. Las frutas de Aragón y especialmente sus famosos caramelos “adoquines” de tosco volumen y de aun mas tosco contenido. Sirva como ejemplo la bonita cita que acompañaba al caramelo de anís que me acabo de tomar y que dice así:
“La mujer que lleva pantalones
Y fumar su marido la deja,
Es un marido de oveja”
Omitiré cualquier tipo de comentarios.
Lo que ignoro es si la calidad del texto que acompaña a los caramelos es proporcional al tamaño del mismo. De tamaños y colores había variedad aunque no se si gusto, desde los mini-adoquines de tamaño mas reducido a los caramelos talla XXXL, adoquines de 5kg de complicado transporte y aun mas complicada degustación.
Por vosotros es conocida mi fascinación por el universo souvenir. Lamentablemente iba tan ligero de equipaje que ni cámara fotográfica llevaba para dar constancia grafica de tan esmerado arsenal de miniaturas de la virgen, cestas de frutas de Aragón y figuritas de maños en miniatura. Me reservo para mi próxima visita…. De esta, vuelvo con la satisfacción de haber compartido la ilusión de dos sueños ajenos, dos sueños que viví como propios.