Como cada lunes, llegue a mi casa después de un largo y aburrido día de trabajo, con la firme y ya instituida promesa de llevar a cabo todas esas tareas pendientes de realizar que, aprovechando el comienzo de la semana, me encargo en redactar en solemne listado para una vez en casa acabar en el cubo de la basura. Un protocolario ejercicio que a pesar de su nulo resultado, nunca dejo de realizar. Ayer sin embargo, no se si impulsado o mejor propulsado por el complejo vitamínico que estoy tomando, decidí de arrebatadas maneras poner en practica sino todos, si alguna de aquellas tareas que nunca encuentro momento de llevar a cabo.
Sin pensarlo demasiado me adentré en el trastero con la intención de organizar ese universo paralelo de objetos inservibles que ha crecido en tan reducido espacio.
Una cosa llevo a la otra y cuando me quise dar cuenta estaba desmontando un armario de tres puertas que mas que descansar, yacía en la habitación, y que a duras penas mantenía el peso de todo lo que dentro de el se amontonaba. El bricolaje tampoco es lo mío, pero a pesar de ello me afané buscando el destornillador adecuado para la tarea en un intento por demostrar que no necesito a nadie para desmontar un ropero. Empecé a desentornillar de laboriosa manera cada una de las puertas, y digo bien porque si bien comencé de forma organizada, terminé desmontando el mismo a golpes como si estuviera poseído por el espíritu del monstruo de Tasmania. Un ímpetu que a punto estuvo de provocarme un traumatismo craneoencefálico cuando al golpear uno de los laterales del armario, terminó cayendo el techo del ropero sobre mi cabeza. A pesar de ello no cesé en mi empeño al tiempo que aprovechaba para rescatar del interior del mismo todos los pequeños tesoros que este contenía, intentando poner un poco de orden entre tanto recuerdo desatado. Un estimulante premio a tan ardua tarea, una emotiva recompensa en forma de cajas repletas de fotografías, ve viejos vinilos supervivientes a la era digital, libros, juguetes, etc.…
UN universo tan poco practico como necesario para mi, un universo que auque mi amigo el señor Rancio se empeñe en decir que es inútil y poco practico, para mi sin embargo resulta imprescindible. Una agradable recompensa a tan descafeinado lunes, un lunes en el que conseguí tachar una de las tareas pendientes de mi lista.
Sin pensarlo demasiado me adentré en el trastero con la intención de organizar ese universo paralelo de objetos inservibles que ha crecido en tan reducido espacio.
Una cosa llevo a la otra y cuando me quise dar cuenta estaba desmontando un armario de tres puertas que mas que descansar, yacía en la habitación, y que a duras penas mantenía el peso de todo lo que dentro de el se amontonaba. El bricolaje tampoco es lo mío, pero a pesar de ello me afané buscando el destornillador adecuado para la tarea en un intento por demostrar que no necesito a nadie para desmontar un ropero. Empecé a desentornillar de laboriosa manera cada una de las puertas, y digo bien porque si bien comencé de forma organizada, terminé desmontando el mismo a golpes como si estuviera poseído por el espíritu del monstruo de Tasmania. Un ímpetu que a punto estuvo de provocarme un traumatismo craneoencefálico cuando al golpear uno de los laterales del armario, terminó cayendo el techo del ropero sobre mi cabeza. A pesar de ello no cesé en mi empeño al tiempo que aprovechaba para rescatar del interior del mismo todos los pequeños tesoros que este contenía, intentando poner un poco de orden entre tanto recuerdo desatado. Un estimulante premio a tan ardua tarea, una emotiva recompensa en forma de cajas repletas de fotografías, ve viejos vinilos supervivientes a la era digital, libros, juguetes, etc.…
UN universo tan poco practico como necesario para mi, un universo que auque mi amigo el señor Rancio se empeñe en decir que es inútil y poco practico, para mi sin embargo resulta imprescindible. Una agradable recompensa a tan descafeinado lunes, un lunes en el que conseguí tachar una de las tareas pendientes de mi lista.
4 comentarios:
Uf, no acumules demasiadas cosas en esos armarios, a veces se convierten en verdaderos lastres.
cierto, de vez en cuando hay que hacer limpieza, pero resulta tan dificil prescindir de muchos de esos inutiles objetos que el tiempo han convertido en reliquias de otro momento....
Ahora los trastos no están en el armario. Me imagino que ahora los trastos estarán tirados por el suelo del trastero al haberse cargado el Dr. Magenta el armario donde estaban antes.
Ahora bien al Dr.Magenta le encantan los trastos y eso es una realidad.
Pues si Rancy no vas muy desencaminado pero estoy en ello, tirando cosas y haciendo sitio para mas trastos claro jajjaaa
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