viernes, 5 de octubre de 2012

Mi PiE iZQUiERDo

Aprovecho el reposo al que he sucumbido provocado de accidental manera por un inoportuno esguince, para intentar retomar mi actividad bloguera, tan escasa durante estos últimos meses. Me gustaría poder decir que el esquince fue consecuencia de un desafortunado golpe de balón o de un afinado estiramiento gimnástico. Nada más lejos de la realidad, como suele ocurrir en estos casos, la lesión fue provocada de forma absurda y sin el más mínimo ápice de glamour. Un esguince consecuencia de un inoportuno traspiés al intentar meter mi pie izquierdo en la zapatilla. Un apenas perceptible crujido llego a mis oídos para en cuestión de minutos empezar a notar como mi pie comenzaba a hincharse de desproporcionada manera. Tras bañarlo en réflex, al que soy adicto, un desagradable dolor se iba haciendo fuerte en el mismo al tiempo que mi pie adquiría desproporcionadas formas propias de El hombre elefante. Tras una dolorosa noche de domingo en la que dormí abrazado a una caja de ibuprofeno, el lunes me dirigí al médico a fin de que me diera algún tipo de analgésico. Tras un par de desconcertantes horas en un ambulatorio en el que reinaba el caos más absoluto, conseguí finalmente que me visitaran en la sala de curas, donde la enfermera al descubrir mi pie, lanzo un desgarrador grito mientras salía en busca del médico, que al ver el tamaño que había adquirido mi pie me mando directamente a las Urgencias de un hospital. Una vez allí y tras dirigirme a información, donde una agradable joven me indico donde debía dirigirme y me despedía con una “Paciencia” que hizo que un ligero escalofrío recorriese mi cuerpo al tiempo que me intentaba abrir paso entre todo el personal que cómo yo esperaba en la sala de espera de la sanidad de los recortes. Tras pasar los consabidos tramites burocráticos, entré en la sala de espera de triaje a fin de que el médico oportuno me remitiese a la especialidad indicada para mi dolencia. Casi dos horas sentado en una pequeña sala rodeado de gente con dolencias varias, entre suspiros ahogados, llantos y sonoros quejidos a los que solo les faltaba el rasgueo de una guitarra española. Un acontecimiento enturbio tan desesperante espera cuando un guardia de seguridad hizo entrada para, con inusitada educación, solicitó al hijo de una señora que esperaba ser atendida que saliese de la sala ya que allí solo podían estar los enfermos y no los acompañantes. Tras una breve discusión, el hijo se lanzo con violentas formas sobre el seguridad al grito de “te voy a matar” mientras le cogía del cuello y servidor intentaba salvar su dolido pie de un accidental atropello con el tumulto. La oportuna entrada de dos policías sacó al agresivo acompañante de la sala mientras la madre rompía en un inconsolable llanto atendida por un par de solidarias señoras que también esperaban su turno. Ciertamente el acontecimiento hizo que la espera fuese menos aburrida, una espera que se alargo hasta límites insospechados. Dos largas horas que culminaron en otra sala de espera para , en esta ocasión ser atendido por el traumatólogo que nada más ver mi desconsolado pie me remitió a la sala de rayos X a fin de que me hicieran placas de la lesión para valorar la dolencia. Una vez valoradas estas, el médico tuvo a bien escayolarme la pierna izquierda. Un ATS me hizo subir boca abajo a la camilla y comenzó el proceso que era nuevo para mí, una desconcertante palmadita en mi trasero por parte del enfermero me indico que el proceso había finalizado. Cuando quise darme cuenta me encontraba sentado en una silla de ruedas tirada por un celador que me dejaba en la entrada del hospital mientras me indicaba que esperase allí a mis familiares. El problema es que no había familiares, no había nadie pero cuando comencé a decírselo el enfermero ya estaba demasiado lejos.

 Continuará 

6 comentarios:

Julia dijo...

La estancia en urgencias siempre da para mucho, y si estás de buen talante -y no es muy grave lo que te ha llevado allí- puedes empezar varias novelas imaginarias con lo que ves... Ugencias siempre fue algo desastroso, pero últimamente da verdadera pena, literalmente.
Espero ansiosa saber cómo salió usted del hospital.
Besos
PD ¿podría usted quitar el verificador de palabras? es un coñazo

Dr.Magenta dijo...

rl vrtificador ortograficvo dices? escribo muy malamente con muchas faltas de oreografia.....

Dr.Magenta dijo...

queria decir verificador ortografico
ciertamente las urgencias son simppre fuente de insipiracion tato que estoy panteandome ir de vez en cuando de oyente y pilllar historias.... como esta que ciertamente tiene un cocntinuará---

Dr.Magenta dijo...

de hecho pienso hacer un diario de bitacoras de mi pierna escayolada...

Alfred LLanda dijo...

La verdad es que no sé si utiliza el corrector ortográfico. Es un detallito que chirría si lo comparamos con la calidad de lo que escribe.
Como me dijo una vez, un famoso dramaturgo catalán: "Tot text s'ha de revisar".
Le rogaría tomara nota y estuviera ¡Ojo al dato!
Saludos y cuídese, sr. Más.

Josep Vaya Royo dijo...

Dónde he entrado con el "pie izquierdo" es en mi lugar actual de trabajo. Claramente me están haciendo "mobbing". ¿Cómo se arregla la disparidad de opiniones? ¿Poniendo el pie derecho? ¿O era la mejilla?