lunes, 17 de septiembre de 2018

Mi ViDA AnalOGiCa

Vuelvo después de una semana de ausencia en la que no he dejado de repetirme a modo de mantra, aquella famosa cita de esa insigne política aficionada la la cosmética: “Que no, que no me voy, me quedo...”
Lo cierto es que comencé la semana con un incidente casero a primera hora de la mañana, esa hora en la que uno todavía dormido, pone la cafetera al fuego.
No es la primera cafetera que destrozo por mi innata facilidad para quedarme dormido, bastaron unos segundos para que el siniestro se hiciera realidad.
Me desperté como 50 minutos después, un agudo olor a quemado, había traspasado la cocina y se había hecho fuerte en el pasillo. Raudo me dirigí al punto de origen del siniestro, mi denostada vitrocerámica, que haciendo gala de un reconocido valor volvió a sobrevivir a la catástrofe. Sobre esta, reposaba cual Juana de Arco envuelta en humo, mi imprescindible cafetera totalmente carbonizada, con el plástico de su asa derretido por el calor. Ante la dolorosa visión, tuve que contenerme para no abrazarme ella entre lágrimas, de haberlo hecho además de una cafetera nueva tendría que haberme comprado un bote de gasas estériles y un tubo de crema cicatrizante.
Fue un mal comienzo para el principio de la semana, un metafórico augurio de lo que me esperaba durante el resto de la misma.
Si hay algo que he percibido con la edad, entre otras , muchas otras cosas, es mi torpeza y por que no decirlo mi falta absoluta de interés por las nuevas tecnologías.
No es que antes servidor fuese un Bill Gates pero si que me gustaba estar al tanto de las novedades electrónicas, incluso de aquellas que no me podía permitir. Pero me temo que como con la música, he decidido plantarme en los 80, me inquieta mucho la revolución digital, creo que me quedo en el mundo analógico.
A duras penas me manejo con el móvil y me limito en el apartado informático a servirme de los aparatos y versiones de los mismo que cumplen con mis mínimas exigencias. Cada vez que aparece en la pantalla de mi ordenador o teléfono la palabra Actualizar, un ligero escalofrió recorre mi columna. No quiero actualizar nada ni nuevas versiones disponibles, no me apetece leerme tutoriales y configurar cientos de cosas que probablemente nunca voy a utilizar.
El problema es que la cotidianidad exige en muchas ocasiones de nuevos elementos tecnológicos.
Hace unos meses que sigo un curso de ingles online muy interesante y ameno, todo sea dicho pero con una complicación tremenda a la hora de entenderlo y ponerlo en marcha. Confieso que estuve a punto de tirar la toalla a la hora de solicitar el curso gratuito, finalmente conseguí entender como tramitarlo pero conozco gente que se quedo en el camino y ante la dificultad decidió perderlo.
Porque se empeñan en hacer las cosas tan complicadas. En todo caso logre matricularme en el mismo y empezar el mismo. El problema es que el curso también es oral y exige el uso de auriculares y micrófono. No exagero lo mas mínimo si digo que llevo como cerca de 3 meses intentando configurar dichos aparatos en el ordenador y así poder hacer los ejercicios y que graben mi voz. Imposible, no quiero calcular el tiempo que he perdido en el empeño, mucho, mucho tiempo.
Finalmente decidí solucionarlo durante esta semana y mande un mail a la organización que inmediatamente me contesto como con 6 correos en los que no dejaba de hablar de referencias de la queja, de códigos de la queja pero que en ningún momento me daban la mas mínima indicación para solucionar el problema, mas allá de recomendarme que cambiase de navegador.
Gracias, no me habéis ayudado en nada. Me quede con las ganas de enviarle otro mail sugiriéndoles que con el titulo de ingles que otorgan con el curso, deberían también mandar el de informático, creo que me lo he ganado a pulso.
Al final opte por una solución drástica, el problema no solo estaba en mi edad, sino en la edad de mi ordenador que ya acusa cierta demencia senil, que lastima.
Ante esta situación, me decante por buscar otro ordenador desde el que poder hacer todos los ejercicios de audio. Que también digo yo, ¿Porque no se me ocurrió esto antes?



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