jueves, 22 de junio de 2023

La SONriSa dE MaRTa

 Ha pasado ya un año desde tu  marcha, y aun así, no sé si estoy preparado para escribirte esta carta. Ha  pasado  un año desde aquella fatídica llamada telefónica que me  rompió el corazón en mil pedazos para siempre.Porque aunque tu delicada salud y las circunstancias que la rodeaban, la pandemia, etc... Me impidieran pasar más tiempo contigo, nunca voy a olvidar tu maravillosa sonrisa.

Tus limitaciones físicas lamentablemente impedían,  no solo tu movilidad, también tu comunicación, algo que tú subsanabas con una preciosa sonrisa que nos ofrecías a todos. Porque a pesar de lo injusta, tremendamente  injusta que ha sido la vida contigo, viviendo cada día en una enorme lucha por la supervivencia desde el primer minuto de tu corta vida, siempre nos regalabas esa maravillosa y  mágica sonrisa, con una generosidad que a todos nos ha enseñado a vivir.

En mis visitas, podía pasar  horas mirándote mientras tu mirabas  los dibujos de Pocoyo que tanto te gustaban, al tiempo en que te reias y dejabas asomar ese brillo tan especial que destellaban en esos ojitos llenos de vida. Esa misma vida que te impidió ser feliz. Y aunque mi cabeza piense que quizás es lo mejor que pudo pasar y así evitar una angustia que se incrementaría  con el tiempo, alargando una enfermedad tan maldita que ni siquiera tenía nombre para poder maldecirla, y de la que la ciencia no nos daba la mas mínima esperanza de mejora. Por eso, cuando tu ataúd  entraba en el crematorio envuelto en los sonoros llantos de los que allí nos encontrábamos, tu madre me dijo: No llores tío, ahora Marta es feliz y puede correr, bailar, jugar. Algo por lo que yo hubiera dado mi vida para que tú lo disfrutases. Muchas noches, acostado en la cama, he pensado lo que me hubiese gustado irme contigo y así poder protegerte y cuidarte.

Ahora todo es diferente, desde tu marcha, no hemos vuelto a ser los mismos, y en las escasas ocasiones en las que  nos reunimos,  evitamos hablar de ti, para no sacar a la luz nuestra tristeza.

Hace poco estuve en tu casa, en ese comedor donde tú reías viendo la tele, conectada a todos esos diabólicos  aparatos de los que dependía tu vida. Cada vez que voy, sigo buscándote con la mirada, aunque sea algún resquicio de ese amor que transmitías de forma innata.

Recuerdo que la última vez que te vi, una semana antes de tu marcha, cuando ya estaba  en la puerta, a punto de salir, sentía algo en el estomago que me hizo retroceder y volver a tu lado para volver a verte y, como hacia siempre, dejar impregnada tu sonrisa en mi retina, temeroso de que esa era la última vez que la iba a ver. Pero aquel día fue especial, me arrodille junto a ti, mientras te besaba la mano, al tiempo que te decía lo mucho que te quería y que no iba a olvidarte nunca.

No consigo recomponerme Marta, supongo que yo era el único tonto que  pensaba que algún día podrías tener al menos una mejoría en tu salud.

Cada mañana, no puedo evitar ponerme a llorar pensando en ti y en lo mierda que es esta puta vida. Pienso, o mejor quiero creer, qué algún día nos volveremos a encontrar para  poder darte todos esos besos y abrazos que en su momento no te pude dar por tu delicada salud. 

Esta no es una carta de despedida, no quiero renunciar a tu recuerdo, quiero poder disfrutar de esa sonrisa aunque sea en mi memoria.

Te quiero Marta, y siempre, siempre  vas a estar dentro de mi corazón.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuanto Amor Rafa !!