jueves, 23 de diciembre de 2010

MaDRiD, SaliENDo dEL ZuLO


Mi segundo día en la capital comenzó de tosca manera, despertándome cerca de la 1 de la tarde y perdiendo la posibilidad de disfrutar de una gélida mañana madrileña. Ya por la tarde encaminé mis pasos de nuevo hacia el centro y tomé posesión de la habitación que había reservado en un “exclusivo” hostal de la calle hortaleza. Ciertamente me fascina sobremanera este tipo de alojamientos. En un mismo edificio de apenas 4 plantas, se repartían 4 hostales diferentes. La habitación, o quizás seria mas correcta llamarla “el zulo” era de una sobriedad que llegaba incluso a ser molesta. Un escobero plastificado blanco, ejercía de improvisado armario ropero, junto a la cama, un cristo de resina comprado en los chinos y sobre la austera y viejuna mesilla no de noche, reposaba un cenicero de plástico recuerdo de Torremolinos.Una rancia y sospechosamente amarillenta lamina de caceria inglesa, aportaba un timido toque de color a la minimalista decoración. La mesita de noche, a modo de mueble sueco, era desmontable. Y digo bien desmontable y no montable porque cual Mister Potato esta iba perdiendo sus diferentes piezas.
Destacar que el cuarto de baño tenía bañera, bueno en realidad era un plato de ducha tabicado a juego con las paredes del aseo con sobrios azulejos blancos, me temo comprados a peso.
Superado el shock inicial al ver la habitación y después de una reconfortante ducha-baño, me bajé a la calle dispuesto a hacer lo que mas me gusta hacer en esta ciudad, perderme por sus calles. Andando o mejor dejándome arrastrar por la muchedumbre, terminé cenando solo en un McDonalds, haciendo tiempo para ir al concierto del grupo “Algora” en una céntrica sala muy cercana al Restaurante donde daba buena cuenta de mi Macpollo. Pasaban de las 12 de la noche y en la puerta del local no había nadie salvo una joven con lista de invitados en mano y un fornido seguridad con cara de pocos amigos. Tras comprobar que estaba en la lista de invitados, una lista que no entiendo demasiado porque me toco pagar entrada como todo cristo, me dispuse a pasar a la sala.
Cuando iba a hacerlo, el seguridad se cruzo delante de mi, interponiendo su musculoso brazo en mi camino.
- Un momento, espera, me dijo con agrio tono.
Era todo bastante surrealista porque esperar, ¿el que? Si no había nadie allí, supongo que necesitaba hacerse respetar, sentirse útil o lo que es peor, sentirse superior.
Yo me quedé con circunspecta cara y aproveche la absurda retención para fumarme un cigarro al tiempo que al seguridad se le iluminaba el rostro con una sincera sonrisa provocada sin duda por un inesperado subidon de autoestima.
Una vez dentro de la sala me dispuse a aprovechar las dos consumiciones que incluía la entrada y de paso ponerme lo suficientemente borracho para encontrarme cómodo entre tanto moderno. Curiosamente conocía la sala, había estado viendo una actuación en ella, hace más de 20 años, y allí estaba de nuevo, solo y con 20 años más. Decidí entonces ahogar esta absurda melancolía ochentera con mi segundo cubata. Para entonces ya había comenzado la actuación de Algora.
Si hay algo que me gusta de Madrid, es que en cualquier garito que visites, la gente esta muy mezclada, compartiendo espacio sin problemas. Tras comprobar que efectivamente no era el mas mayor de la sala, me acerqué al escenario para seguir al actuación como un fans más al tiempo que daba cuenta de mi apurada consumación.
Ya en la calle, tras la actuación, comencé a dar vueltas por Chueca. No me apetecía meterme en ningún sitio, estaba todo demasiado lleno y terminé practicando una peculiar romería por la zona, perdiéndome por sus calles hasta terminar saludando a los repartidores de invitaciones, que debido a mi falta de orientación acabé por cruzarme en varias ocasiones.
- Creo que debería irme a dormir, pensé al pasar junto a un relaciones públicas al que ya había saludado 3 veces….
Un fantástico zulo con vistas al patio interior me esperaba.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Me partooooooo
jajaja
Lo del cristo de silicoña es superar cualquier espectativa de cutrerío.
JAAAAAAAAAAAA

Anónimo dijo...

ya tenía mono de tus escritos..
¡¡¡Viva Magenta!!!!
mo

Pablo dijo...

Tu aventura para entrar en aquel local y lo de los cubatas dentro me ha resultado muy inspirador para un relato de novela negra...
El detective Más, alias Todavía, entró en el bar buscando información y un lugar donde poder, por última vez, fumar un pitillo junto a una copa de whisky...

Los estudios dijo...

Eso si en vez de irse usted a los madriles, se quedara en el pueblo no le pasaría. Que en el pueblo ahora se han modernizado mucho y tienen hasta puff de ese y todo.