A fin de mitigar el trauma que ayer me provocó mi reincorporación laboral, la vuelta al cole nunca fue fácil, y aprovechando que en un arranque inusitado de heroicidad, decidí quedarme a trabajar hasta las 7 de la tarde. A la salida, ya de noche, bajé un par de paradas de metro antes en un centro comercial, con el fin de empaparme del particular Universo rebajas que reina durante estos días en nuestras ciudades.
Raudo encaminé mis pasos hacia una conocida cadena de tiendas de ropa, haciendo caso omiso a los parpadeantes mensajes de 2x3 y 3x4 que se cruzaban en mi camino.
La tienda, lucia cual campo de batalla. Prendas desperdigadas por los estantes en un confuso baile de tallas y artículos diferentes que hacían verdaderamente difícil mi compra. Con lo sencillo que resultaba comprarse la ropa cuando mi madre me llevaba a la tienda del barrio, Modas Fina y sin que servidor articulase palabra terminaba rodeado de mujeres sacando prendas de un almacén y abriendo con descaro la ajada cortina del probador sin tener en cuenta mis preferencias y gustos.
Ir a comprar ropa siempre me resulta especialmente incomodo, escoger el modelo, color y sobretodo la talla adecuada, en un mar de prendas de incierto destino. Afortunadamente C&A carece de empleados que te acosan sin tregua en busca de una venta, en realidad prácticamente carece de empleados y son muchas las ocasiones en las que por este motivo, me he encontrado cargado de perchas en busca de un dependiente que resolviese mis múltiples dudas. Aun así, prefiero este tipo de comercios en los que cual Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como.
Después de recorrer el espacio de la tienda en surrealista peregrinaje, acabé cargando con un par de sueters y unos pantalones, con los que sin dar la más mínima tregua a la pereza, me encaminé hacia los maltrechos probadores.
Ese momento probador es muy tremendo, cargado cual magrebí cruzando el estrecho y buscando una cabina en la que probarse la ropa sin morir en el intento. Lo primero que uno descubre tras cerrar la cortina y bajarse los pantalones, es que no tiene una sola percha donde colgar la ropa que ha traído y la que se esta quitando. Cuando te quieres dar cuenta ya es demasiado tarde, y te encuentras con tus pies descalzos sobre el frió mármol, sin pantalones, sudando como un animal y con un montón de ropa tirada en el suelo que comienzas a probarte con prisas intentando mantener el equilibrio y no caerte en el probador, aunque solo sea porque ni siquiera te puedes permitir caerte en un espacio tan pequeño. La incomodidad puede ir a más, y de hecho siempre va a más.
Sin ir más lejos, ayer mientras me probaba los pantalones, intentando acertar meter mi pierna en el camal adecuado mientras con la boca sujetaba una camisa colgada en una percha, el móvil comenzó a sonar insistentemente sin que servidor acertara a encontrarlo entre tanta ropa desperdigada por el suelo. Aunque sin duda, el momento de la tarde fue aquel en el que mientras este que suscribe intentaba meter su cabeza en un suéter 2 tallas más pequeño, un brazo cargado de pulseras atravesó la intimidad de la cortina de mi probador con una bonita blusa estampada de señora al grito de:
- Pruébate esta nena….
Todavía turbado por el incidente telefónico, y sin saber que hacer a punto estuve de responder a la anónima invasora con un:
- Mejor tráeme la XL… la blusa era preciosa….
Finalmente opté por asomar la cabeza que debido a la estrechez del cuello del jersey que me estaba probando, lucia colorada y a un paso del desfallecimiento. La señora, sin apenas inmutarse y consciente de su error, que no de su miopía se limito a decir:
- Ay perdona bonica que me he equivocao de camarín.
¿Camarín? Pensé yo, me temo que esta señora me ha confundido con la virgen del Carmen.
Lo peor de todo, es que después de tan accidentada tarde, al final no compré nada de lo que me estaba probando. Todo me quedaba pequeño, grande o no me gustaba. Bueno todo no, la blusa era preciosa….
Raudo encaminé mis pasos hacia una conocida cadena de tiendas de ropa, haciendo caso omiso a los parpadeantes mensajes de 2x3 y 3x4 que se cruzaban en mi camino.
La tienda, lucia cual campo de batalla. Prendas desperdigadas por los estantes en un confuso baile de tallas y artículos diferentes que hacían verdaderamente difícil mi compra. Con lo sencillo que resultaba comprarse la ropa cuando mi madre me llevaba a la tienda del barrio, Modas Fina y sin que servidor articulase palabra terminaba rodeado de mujeres sacando prendas de un almacén y abriendo con descaro la ajada cortina del probador sin tener en cuenta mis preferencias y gustos.
Ir a comprar ropa siempre me resulta especialmente incomodo, escoger el modelo, color y sobretodo la talla adecuada, en un mar de prendas de incierto destino. Afortunadamente C&A carece de empleados que te acosan sin tregua en busca de una venta, en realidad prácticamente carece de empleados y son muchas las ocasiones en las que por este motivo, me he encontrado cargado de perchas en busca de un dependiente que resolviese mis múltiples dudas. Aun así, prefiero este tipo de comercios en los que cual Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como.
Después de recorrer el espacio de la tienda en surrealista peregrinaje, acabé cargando con un par de sueters y unos pantalones, con los que sin dar la más mínima tregua a la pereza, me encaminé hacia los maltrechos probadores.
Ese momento probador es muy tremendo, cargado cual magrebí cruzando el estrecho y buscando una cabina en la que probarse la ropa sin morir en el intento. Lo primero que uno descubre tras cerrar la cortina y bajarse los pantalones, es que no tiene una sola percha donde colgar la ropa que ha traído y la que se esta quitando. Cuando te quieres dar cuenta ya es demasiado tarde, y te encuentras con tus pies descalzos sobre el frió mármol, sin pantalones, sudando como un animal y con un montón de ropa tirada en el suelo que comienzas a probarte con prisas intentando mantener el equilibrio y no caerte en el probador, aunque solo sea porque ni siquiera te puedes permitir caerte en un espacio tan pequeño. La incomodidad puede ir a más, y de hecho siempre va a más.
Sin ir más lejos, ayer mientras me probaba los pantalones, intentando acertar meter mi pierna en el camal adecuado mientras con la boca sujetaba una camisa colgada en una percha, el móvil comenzó a sonar insistentemente sin que servidor acertara a encontrarlo entre tanta ropa desperdigada por el suelo. Aunque sin duda, el momento de la tarde fue aquel en el que mientras este que suscribe intentaba meter su cabeza en un suéter 2 tallas más pequeño, un brazo cargado de pulseras atravesó la intimidad de la cortina de mi probador con una bonita blusa estampada de señora al grito de:
- Pruébate esta nena….
Todavía turbado por el incidente telefónico, y sin saber que hacer a punto estuve de responder a la anónima invasora con un:
- Mejor tráeme la XL… la blusa era preciosa….
Finalmente opté por asomar la cabeza que debido a la estrechez del cuello del jersey que me estaba probando, lucia colorada y a un paso del desfallecimiento. La señora, sin apenas inmutarse y consciente de su error, que no de su miopía se limito a decir:
- Ay perdona bonica que me he equivocao de camarín.
¿Camarín? Pensé yo, me temo que esta señora me ha confundido con la virgen del Carmen.
Lo peor de todo, es que después de tan accidentada tarde, al final no compré nada de lo que me estaba probando. Todo me quedaba pequeño, grande o no me gustaba. Bueno todo no, la blusa era preciosa….
4 comentarios:
¡bueno no, es buenísimo! te veo en el "camarin" rodeado de ropa por todas partes, con un sueter apretandote la cabeza, un movil que suena....¡que estás esperando para hacer la película!!!, si quieres yo soy el b razo con `pulseras.
mo
Tu y esos que son como tu sois los peores, os tengo echao el ojo, que me dejais la tienda patas arriba y luego la encargà me echa la bronca...
Por un "reservado el derecho de admision" en las tiendas ya!
Alba Cete.
Adjudicado el papel de brazo con pulseras para Mo....
Perdona Alba, pero servidor no es de los que deja la ropa tirada por los estantes, que uno es muy apañao y a la vuelta del "camarin" la vuelve a dejar toda en su sitio, amos nos ha merengaoooo...
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