jueves, 22 de octubre de 2015

VaCaciONES eN el MaR

Era la primera vez que me que servidor accedía al Universo cruceros, si bien durante años he sopesado esa posibilidad, no fue hasta el septiembre pasado cuando pude cumplir este deseo. Mi experiencia era nula, mis únicos referentes eran como siempre cinematográficos Por supuesto la mítica serie de “Vacaciones en el mar” y por otro lado la película de Alfredo Landa “Cateto a babor”. Precisamente con esta ultima fue con la que me sentí mas identificado, cuando después del oportuno check-in con la imposición de manera ceremonial de la consabida y muy deseada “pulsera todo incluido” accedí al buque, no sin antes posar para los empleados de la naviera ante un improvisado photo-call con palmera de cartón piedra y salvavidas incluido a modo de decoración. 

Una vez dentro y dada la imposibilidad de poder subir a nuestro camarote, decidimos acceder a la cubierta superior donde nos encontramos con un sugerente e intempestivo catering del que inevitablemente dimos buena cuenta, comprobando ensimismado que los poderes mágicos de la pulsera todo incluido surtían efecto.



Tengo que confesar que me angustiaba sobremanera la idea de residir durante una semana en un pequeño camarote sin ventanas, aunque posteriormente descubrí que la anteriormente citada pulsera mágica o mejor sus consecuencias, conseguían que una vez dentro de la cabina subir a la cama y quedarme dormido era más que inevitable, obligatorio.
Tras inspeccionar meticulosamente el camarote, abrir todos sus cajones y descubrir que nuestro asistente se llamaba Leonildo, decidimos subir al buffet libre a comer.
La estética del buffet seguía un poco la linea del resto del barco, mucha moqueta, mucho dorado y mucho glamour low cost, es lo que hay.
Ver tanta comida junta provoco en nosotros un ligero vahído que se incrementó con los primeros movimientos del buque.
Soy muy fans de los buffet, de hecho después de una semana, a mi vuelta el momento comida y cena nunca volvió a ser lo mismo. Disfruto mucho de ese momento fusión, en el que mezclas en el mismo plato, un par de croquetas, un puñado de ensaladilla, con unos macarrones con chorizo y un pedazo de merluza al pìl-pil. Ahora me resultan tan aburridos mis platos.
Sin duda la barra en la que te servían el vino, se convirtió rápidamente en mi favorita y mi asiduidad a la misma, provocó que acabase entablando una bonita amistad con Walter, su camarero.
Nuestro primer contacto con el buffet fue, digamos que excesivo, lo cual no ayudaba nada al simulacro de naufragio que teníamos que realizar en apenas 15 minutos.
Ponernos los oportunos chalecos salvavidas, no fue una tarea fácil después de la indigesta comida y de las 4 copas de cava con las que brindamos por la travesía.
Recuerdo perfectamente hacer continuados esfuerzos para que no se me cerraran los ojos durante la explicación de la tripulación, mientras a duras penas mantenía a mi cabeza, empeñada en dejarse caer en vuelo libre sobre el acolchado salvavidas. 
Sin duda un momentazo el momento simulacro.
Ya por la tarde seguimos investigando todas las cubiertas del barco, el casino, todo un homenaje al universo Las vegas que a mi personalmente me encantaba. Los diferentes bares con actuaciones en directo, el restaurante, el gimnasio, la disco. De todos ellos os daré buena cuenta en este libro de bitácoras glam.
De todos modos, si tengo que elegir mi lugar favorito del barco, sin duda seria el Salón Broadway. Una sala de fiestas con escenario en el que todas las noches se podía ver un espectáculo diferente, con bailarines, cantantes, músicos y artistas visuales, insisto todo muy Las Vegas. Lo peor sin duda, sus anfitriones o maestros de ceremonias, un brasileño y un panameño que se empeñaban en ser graciosos y que a duras penas lo conseguían Aun así, he pasado grandes momentos en el salón Broadway siempre acompañado de un mojito.
El Restaurante Mirasol servia comidas y cenas, como alternativa al buffet, a diferencia de este , aquí te ubicaban en una mesa compartida durante toda la travesía y sus menús, aunque mucho mas elaborados y cuidados que los del buffet, también eran mucho mas, muchísimo mas escasos. La primera noche nos sentaron en una mesa con varios matrimonios con los que apenas cruzamos palabra, y con un señor que viajaba solo y que a pesar de no dejar de mirarnos a mi compi Pepe y mi, no llegamos a cruzar palabra. Cuando nos levantamos para salir del restaurante, me sorprendió ver como el ausente comensal se levantaba al tiempo que nosotros y nos seguía Una vez en el hall, propuse a pepe salir a fumar a la cubierta y cual fue mi sorpresa cuando el señor que nos había seguido y que se había parado a nuestro lado respondió:
Si, vamos fuera a fumar...
En décimas de segundos paso por mi adulterada cabecita la película “Mujer blanca soltera busca” con esa compañera de piso esquizofrenica que la acosaba.
Sin apenas pensarlo y con el único fin de huir de la invitación, dije yo:
Creo que me voy a tomar un café
A lo que el señor auto invitado respondió con un:
si, vamos a tomar algo.
Una vez parados en la cafetería y viendo que el tipo no entendía nuestra incomodidad, acabé soltando al tiempo que con un sobreactuadisimo bostezo:
Que sueño, mejor vamonos a dormir....

Parece ser que mi recogida interpretacion hizo efecto y sin mediar palabra, el hombre se fue solo directamente a la barra, momento que nosotros aprovechamos para huir despavoridos a fumar a la cubierta aunque era inevitable y mas en su caso que nos lo volvieramos a encontrar una hora mas tarde. Pero esa es otra historia, la historia de Wally, muy presente, a nuestro pesar, durante todo el crucero, ya lo ireis descubriendo....


continuará

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El Rancio
cuanto le gusta al Dr. Magenta la Boheme.

Anónimo dijo...

Dónde estará wally?

Dr.Magenta dijo...

Mejor no lo nombres, a Wally digo, no ocurra como con Bitelchus que lo llamabas 3 veces y aparecia....

Dr.Magenta dijo...

Creo que me iria a vivir el resto de mi vida en un barco que nunca tocara tierra, eso si con buffet libre y pulserita Todo incluido....