lunes, 28 de marzo de 2011

La caSa iLusTRaDa. Córdoba 4



La mañana del viernes nos llevó hasta la Corredera, una maravillosa plaza cerrada rehabilitada hace unos años. Bajo sus arcos, multitud de bares y de tiendas de antigüedades, dan un encanto especial a este espacio. Después de una reconfortante cervecita al solecito de tan concurrida plaza, comenzamos a investigar por entre las callejuelas que la rodeaban hasta descubrir una casa que nos fascinó. La casa ilustrada estaba empapelada en su exterior por montones de hojas caligrafiadas con elegantes letras y sugerentes ilustraciones. La parte superior era un autentico homenaje a la dispersión, repleta de inservibles objetos dispuestos de absurda manera, un hecho que no paso inadvertido a dos fans del collage con diogenianas tendencias como angeles y servidor que batimos nuestro propio record tirando fotos.



ExóTicOs VocaLiSTaS 2




FLaMeNco eN 3D




Una ligera e improvisada llovizna encauzó nuestros pasos hasta una sala de cine donde acabamos sentados y con gafas 3D viendo “Torrente 4”, un muestra mas de nuestra dispersión que valió la pena aunque solo fuese por echar unas buenas risas, que no es poco. Una vez salimos del cine, comenzamos nuestra particular romería por las calles de Córdoba. Todavía bajo el efecto de las 3D anduvimos sin rumbo en busca de un lugar donde reponer fuerzas.

De camino a la mezquita algo llamó poderosamente nuestra atención, a través de una ventana nos llegaron los primeros acordes de una buleria. Sin pensarlo demasiado entramos en un pequeño bar de barrio donde un cantaor de flamenco acompañado de un guitarrista con pinta de alemán daban cuenta de su variado repertorio ante un reducido, aunque selecto auditorio. Las imágenes del informativo sobre una pantalla de plasma situada justo detrás del artista, le daba un punto performance a tan surrealista momento. Frente a el, dos mesas, dos familias compartían flamenco y tortilla de patatas. En otra mesa, tres jóvenes que hablaban en francés no dejaban de reír mientras leían y mandaban mensajes SMS. Angeles y yo optamos por una visión lateral a la sombra de un par de vinos. Los primeros versos de un nuevo tema Provocaron una espontánea y cómplice mirada entre nosotros. Desconcertados y sin dar crédito empezamos a escuchar de voz del improvisado cantaor, lo que inmediatamente tuve a bien bautizar como “cante denuncia”. Estupefactos comprobamos que efectivamente se trataba de una canción anti-aborto, cantada o mejor recitada a modo de rap con las imágenes de los ataques a una ciudad Libia como catódico fondo. No pude menos que ejecutar un virtual a la par que silencioso brindis. Por el surrealismo. Cuando todavía no nos habíamos recuperado del reivindicativo tema musical, un nuevo hecho comenzó a llamar poderosamente mi atención al tiempo que el guitarrista de ario porte arrancaba con los primeros acordes de otra canción. De espaldas a mi y sentada en la barra, una joven con un tinte de pelo mas que denunciable bebía cerveza directamente de una botella de litro al tiempo que balbuceaba incoherente palabras ante la atenta y recriminatoria mirada del camarero que con delicadeza la invitaba a abandonar el bar. Un momento tan solo interrumpido por un inoportuno politono de lady Gaga que comenzó a sonar justo en el momento en el que cantaor hacia una pausa en el tema que estaba cantando para introducir una estrofa recitada. Impagable. Pero la actuación aun nos reservaba más sorpresas. En pleno trance musical de nuestro artista, mientras cantaba a modo de buleria las veleidades de un amor puro entre una mocita y un señoriíto andaluz, la joven teñida de la barra despertó de su efímero letargo para de imprevista manera comenzar a lanzar improperios contra el camarero que la reprobaba.


- Que me dejes de una puta vez…. Cagooo en tus muertos…. Vociferaba la joven con yonquil tono, mientras las entregadas fans de las mesas le pedían silencio de onomatopéyicas maneras…


- No me sale del coño, gritaba la muchacha mientras el cantaor se lanzaba con un dramático quejido y el guitarrista, que compartía marca de tinte con la joven, la miraba con amenazantes ojos. Dudé por unos instantes, y tras comprobar que efectivamente ya no llevaba las gafas 3D puestas y que toda esa escena que acaba de vivir no pertenecía a Torrente 4, decidimos salir del bar en busca de un lugar donde cenar.












viernes, 25 de marzo de 2011

ProHiBido PRoHiBiR 3


MeLANcoLía y FLaMeNQuiNeS, Córdoba2

Nuestro segundo día comenzó de nostálgica manera, dedicando la mañana a visitar el barrio, el piso, los lugares en los que servidor se movía hace 25 años en esta ciudad. Intentando recomponer los significativos cambios urbanísticos que ha sufrido Córdoba en estos años. Sin saber muy bien como, empecé a darme cuenta que mis pasos se adelantaban a mi memoria, abriéndose paso entre nuevas avenidas y edificios de reciente construcción que para mí resultaban totalmente ajenos. La decepción no tardó en hacer acto de presencia cuando descubrí que el antaño Hospital militar, y que se encuentra prácticamente en ruinas, es ahora la sede de algo relacionado con la UGT y la reinserción de ludópata. No dudé en adentrarme entre sus antiguos jardines, ahora reconvertidos en improvisado parking y fotografiarme entre sus antiguas instalaciones que en la actualidad reposan, desafiando al tiempo entre vehículos torpemente aparcados y restos de basura. Decidido crucé la calle en la que viví durante cerca de un año, ahora convertida en una moderna avenida de acceso a la ciudad, de inmediato reconocí sus esquinas, esa terraza en la tan buenos ratos pasamos y ese barrio que hace 25 años adopté como mió.
Una extraña y esperada sensación e tristeza se apoderó de mí durante unos minutos en los que mis recuerdos iban tomando forma entre aquellas calles que creía haber olvidado.
Decidimos aparcar la nostalgia durante un rato, paseando por entre las calles de mi antiguo barrio, que prácticamente me resultaba totalmente ajeno. Una espontánea terracita, nos acogió a la sombra de un enorme parasol de gaseosa La casera donde acompañados de un par de cervecitas donde llegamos a la conclusión de que la melancolía no es la mejor compañera de viaje.
Ya de vuelta al centro, y después de una casi obligatoria y totalmente injustificable visita a un bazar chino, nos fuimos a comer, no sin antes perdernos de nuevo entre las empedradas calles de la capital.
El bar La campana y su excesivomenu de 6,96 nos recibió con las puertas abiertas al tiempo que Angeles y yo comenzabamos, cual mosqueteros, un duelo de flamenquines.

jueves, 24 de marzo de 2011

DeeP SPaiN PoP


BeNDiTo SiLeNciO, Córdoba1

Nos despedimos de valencia al son que marcaban un grupo de falleriles vándalos que a las puertas de la estación, no cesaban de soltar toda su artillería pesada en forma de petardos y masclets, siempre bajo la atenta mirada de su profesor que incomprensiblemente hacia oídos sordos (nunca mejor dicho) a las terroristas tendencias de sus pupilos. Ansiosos, mi amiga Angeles y servidor, esperábamos la llegada del tren que nos sacará de semejante infierno institucional.
Hace ya muchos años, demasiados, que dejé Córdoba. Estaba deseando reencontrarme con un montón de recuerdos y vivencias que quedaron sepultadas cual ruina romana en una ciudad en la que la historia te sale al encuentro a cada paso.
Un largo viaje en tren que sorprendentemente no nos resultó excesivamente pesado. A lo largo de las casi 7 horas de viaje, hubo tiempo para todo, conversaciones pendientes que la vorágine diaria no nos permite realizar, apetecibles visitas al vagón-bar, autodefinidos, bocadillos de jamón y queso, y estimulantes paradas del tren para fumar en oportunos andenes de estación, protegidos por la ley anti-tabaco.
Una gélida y desconocida estación nos abrió las puertas de la ciudad de córdoba. Han pasado tantos años, y tantos AVES. Con la dispersión que nos caracteriza, conseguimos salir al exterior, una vez en la calle, mi confusión iba en aumento, teniendo que recurrir a la siempre amable disposición de los cordobeses para llegar hasta nuestro hotel. De camino, mis recuerdos me salieron al paso de forma inesperada, comprobando taciturno que aquella farmacia en la que pasé un año sirviendo a la patria, es ahora un ruinoso local en venta.
El hotel Boston nos recibió con la elegancia que le caracteriza, y esa escalinata franqueada por tres maravillosas columnas de escayola que dan entrada a la recepción, a la que no se puede acceder en ascensor. Una vez instalados y conectados al ciber espacio, comenzamos nuestra andadura, nuestro primer contacto con la ciudad.
De forma espontánea decidimos, o mejor improvisamos, simplemente dejarnos llevar y disfrutar de eso que solo una situación de vacaciones te puede regalar, estoy hablando de la capacidad de poder disfrutar de unos días de descanso, sin compromisos, sin maratonianas excursiones. Cuatro días para disfrutar de la belleza, hospitalidad y buen comer de Córdoba. Sin pretenderlo comenzamos a caminar sin rumbo fijo, dejándonos llevar por la historia y los recuerdos con los que nos íbamos tropezando. Así, sin querer, llegamos a la judería donde a modo de saludable aperitivo, nos tomamos unos vinitos en Bodegas Guzmán, a la sombra de la tertulia taurina de Finito de Córodoba. Un aperitivo que tuvo su fin de fiesta en un fantástico restaurante que un viandante tuvo a bien recomendarnos en la misma judería.
Esa misma noche el “flamenquin” hizo acto de presencia en La Fragua, un bar instalado en una casa del siglo XV restaurada de la que nos enamoramos nada más entrar. Cenamos en su patio, a la sombra de la luna y la banda sonora de kilo veneno. Una maravillosa cena que sirvió de preámbulo a lo que serian 4 días inolvidables.
Ya de madrugada, decidí dar una vuelta solo por la ciudad, embriagándome de sus silencios, de las luces y sombras de la noche cordobesa. Caminaba sin rumbo fijo, perdiéndome entre sus estrechas y empedradas callejuelas, disfrutando de la paz que tan difícilmente podría haber tenido a esas mismas horas en mi ciudad que ya rebosaba pólvora y fallas por todas partes. Sentado en un banco, frente a una pequeña fuente que había en una de las innumerables plazas de la ciudad, recibí una llamada telefónica de valencia, una llamadas apenas audible por los petardos que no cesaban de explotar al otro lado del auricular. Cuando colgué, el silencio se volvió a instalar en mi cabeza, un silencio tan solo quebrado por el ligero canto de un grillo que como yo disfrutaba de la noche cordobesa. Bendito silencio.

lunes, 21 de marzo de 2011

CóRDoBa


Después de unos días de merecido descanso, el Dr. Magenta vuelve a la carga renovado tras mi escapada cordobesa. Cinco fantásticos días lejos de petardos y petardas, de falleros y falleras. Cinco días que servidor ha tenido a bien regalarse a si mismo, para hacer lo que le apetecía en cada momento. Sin excursiones organizadas, sin compromisos previos ni visitas obligadas. Cinco días de homenaje al “carpe diem” en los que cualquier sugerencia era bien recibida. Cinco inolvidables días en los que simplemente seguir mis pasos, perdidos entre las callejuelas de Córdoba, era todo un regalo. Afortunadamente a mi vuelta, los truenos ya habían cesado, las calles de valencia eran de nuevo paseables, y las vallas metálicas ya no impiden el paso.
A mi vuelta, me he encontrado la mesa llena de trabajo por hacer, en breve el blog volverá a llenarse de historias que contar y que imaginar, de portadas de discos imposibles y de los siempre bien recibidos comentarios de los que me seguís.

viernes, 11 de marzo de 2011

SuReÑa EsCapaDa

Como decía en el post anterior, la guerra ha comenzado, este año el doctor Magenta ha decidido escapar, huir de la batalla en busca del silencio perdido, del civismo perdido. Después de barajar distintas posibilidades, finalmente me he decantado por irme unos días al sur, concretamente a la ciudad de Córdoba, en la que viví durante un año, y a la que no he vuelto desde entonces, hace ya la friolera de 25 años. El hecho de poder pasear por sus calles sin tener que ir esquivando a los aprendices de pirotécnicos que abarrotan las calles de valencia, estar sentado en una terraza tomando un café, o simplemente disfrutando del silencio al compás de los acordes de guitarra que marcan las horas en el reloj de la Pza de la Tendillas en Córdoba, ya es un regalo.


CaNTauToREs 2


FaLLeRiL SuRReaLisMO

Un año más, las hordas falleras vuelven a tomar las calles, esas mismas calles, que bajo el amparo de las autoridades locales, convierten en suyas, sin el más mínimo respeto hacia el resto de los ciudadanos. En una época en la que los que nos gobiernan se preocupan de manera sospechosa por nuestro bienestar, de prohibiciones extremas, absurdas, incluso surrealistas en otros casos, resulta paradójico observar que en valencia y durante las fallas, todo vale. Me sorprende y sobretodo me cabrea enormemente descubrir que si bien un ciudadano le puede caer 90 euros de multa por tirar una colilla al suelo, en valencia durante marzo uno puede ir tirando petardos por la calle sin que nada ni nadie se inmute. En tiempos en reducciones de velocidad, de ahorro energético, de leyes antitabaco incoherentes e inoportunas, Valencia se convierte durante unos días (cada vez más) en un polvorín, en el que cualquiera puede ejercer de improvisado pirotécnico, cuando quiera y donde quiera. Somos muchos los que sufrimos cada año, la falta de respeto, el vandalismo y la mala educación de otros tantos, sin que las autoridades hagan algo al respecto. Las imágenes de la alcaldesa de la ciudad jactándose de la reducción de edad permitida para tirar petardos, no hacen más que confirmarme la poca consideración que nuestros ediles tienen hacia esos otros ciudadanos que nos sentimos desprotegidos ante tanta desfachatez y falta de congruencia.
No estoy en contra de las fallas, ni de los falleros, insisto en que es algo tan simple como tener un mínimo de respeto hacia los ciudadanos, todos los ciudadanos, los que viven la fiesta, y los que resignados no tenemos mas remedio que soportarla.
No entiendo esa necesidad que tienen las comisiones falleras por cortar las calles y llenarlas de vallas metálicas esponsorizadas por marcas de arroz, sin ningún tipo de criterio ni necesidad, solo por el afán de hacerlas suyas. Durante días (insisto, cada vez más) Valencia queda paralizada por las fiestas, que no la vida diaria, los comercios, las oficinas, el transporte publico, el acceso con automóvil. Todo vale para que nuestra alcaldesa haga gala de ese irritante populismo que la mantiene en el poder y que convierte a esa inmensa minoría que sufrimos sus consecuencias, en ciudadanos de segunda.
Desde el pasado martes, el acceso a mi calle esta bloqueado por una enorme carpa blanca de más que dudosa utilidad, bueno si, sirve de cómodo aparcamiento a los coches de los falleros. En breve, los niños y los no tan niños tomaran mi calle, convirtiendo la entrada a mi domicilio en una zona de fuegos, sin ningún tipo de permiso y sobretodo sin ningún tipo de respeto. En días de nuevo esas carpas se llenaran de gente dispuesta a no dejarnos descansar en toda la noche, la guerra ya ha empezado y el doctor magenta este año ha decidido exiliarse en beneficio de su salud física y mental.

miércoles, 2 de marzo de 2011

EFíMeRa eSENCia

Cogio su mano con firmeza, agarrándola con inusitada fuerza, en abrumador contacto con todos y cada uno dé los poros de su piel.
En un absurdo intento por no dejarla escapar, y al compás de sus últimos suspiros, apoyó la cabeza en su hombro, persistiendo en la exasperada idea de no perderla para siempre, mientras besaba su mano en un último intento por regalarle la vida. La vida que a ella le faltaba y que el había comenzado a perder.
Un último y definitivo estertor, puso fin a su agonía, a su larga e injusta agonía. Un seco y rotundo estertor le devolvió a la más cruda de las realidades, aquella que la imaginación ni siquiera se había querido plantear.
Un gélido e insensibilizado “ya esta” en boca del medico de guardia, no hizo mas que confirmarle lo que ya sabia y se negaba a aceptar. Desesperado, volvió a coger la mano de ella con fuerza, al tiempo que, en un último intento por retener su esencia, hundía su entrecortada respiración en el pecho de su madre. Ese mismo pecho que le había dado calor y protección durante toda su vida.

Habían transcurrido cerca de tres meses desde el fatal desenlace, tres meses en los que Miguel apenas pudo dar tregua a la tristeza y el dolor. Un más que oportuno cambio de domicilio, una nueva vida, habían marcado su devenir cotidiano, marcado por el continuo ajetreo que provoca un cambio de residencia. Fueron meses marcados a golpe de mudanza, con la provisionalidad como compañero de viaje. Meses de apresuradas y continúas decisiones, meses de despedidas y bienvenidas en los que tuvo que relegar el dolor por la perdida a un segundo plano. No le falto, sin embargo, el apoyo de gente que le quería y que le acompañó en tan desesperado trayecto que por fin había llegado a su fin. Orgulloso por el trabajo realizado, paseaba por la casa, su casa, comprobando que ya todo estaba en su sitio. Fue entonces cuando reparó en aquella caja de cartón que reposaba sobre uno de los estantes superiores del trastero. Allí estaba, junto a una caja que contenía loza de cocina, y bajo otra que protegía a un pequeño radiador eléctrico.
Un golpe seco se instaló en su estomago cuando pudo ver la palabra que lucia en el lateral de la misma. Un escueto “mama”, escrito de tosca manera con rotulador negro, devolvió a Miguel a la más descarnada realidad. Sin pensarlo demasiado, bajó la caja del armario y la dispuso sobre la mesa del salón. De forma ceremoniosa comenzó a abrir aquella caja que unos meses antes, en plena mudanza, su amiga Raquel se había encargado de guardar para evitarle más dolor. Un ligero aroma apenas perceptible pero siempre reconocible, asomo de la misma en el momento en el que la abrió. En su interior compartían espacio prendas de ropa, objetos personales, documentos, de su madre que Miguel inmediatamente reconoció con una emocionada sonrisa. Como si de una joya se tratase, sacó de su interior un viejo batín, un viejo y ajado batín que sin poder reprimirse y dejándose llevar por la emoción, tomó entre sus brazos al tiempo que, de forma desesperada comenzó a oler con ansiedad, mientras cerraba los ojos.
Un intenso e indescifrable aroma le trasladó a un pasado no tan lejano. Una efímera esencia consiguió, durante escasos segundos, devolverle a su madre. Con delicadeza plegó el deslucido batín, humedecido por furtivas lagrimas, y lo introdujo de nuevo en la caja. Una caja que desde día pasó a formar parte de sus más valiosos objetos.