lunes, 22 de noviembre de 2010

En BuSCa dE La esENCia PeRDiDA

Nunca me atrajeron las colonias ni los perfumes, la esencia del doctor magenta huele a colonia de niños de las que se vende en los supermercados a tamaño familiar. No se muy bien, entonces porque el sábado por la tarde decidí encauzar mis pasos hasta una famosa perfumería en busca de una nueva esencia quizás mas acorde con mi nueva y gafil Imagen.
Una amable señorita me acompaño en tan ardua y difícil tarea, escogiendo las fragancias que ella consideraba mas adecuadas a mi personalidad. De ceremoniosa manera fue impregnando con diferentes aromas una serie de palitos de cartón, que me iba pasando al tiempo que me informaba de las características de cada una de las diferentes marcas. Sin darme cuenta comencé a entrar en un particular universo para mi desconocido, el de las personales fragancias, el de los envasados aromas.
Si hay algo que supera mis conocimientos sobre este tema, es mi indecisión. Ni que decir tiene que estuve cerca de una hora para elegir la colonia que me iba a comprar.
Cuando me quise dar cuenta llevaba cerca de una docena de palitos en la mano. A modo de improvisado abanico, paseaba por el establecimiento, aromatizando las distintas estancias de este a golpe de paipay mientras la simpática dependienta seguía recitando de carrerilla las propiedades de cada una de las colonias, incorporando toda una nueva generación de olfativos adjetivos a mi siempre agradecido vocabulario.
A modo de aromático sumiller fui catando e impregnándome de aromas, no en vano dios me ha dotado de una considerable nariz, que digo yo que para algo me tenia que servir además de para acabar con las reservas de kleennex en días de gripe.
Se acercaba la hora de cerrar el establecimiento y seguía sin encontrar esa fragancia. Mi nariz estaba confundida, perdida entre tantos aromas diferentes, y la amable dependienta comenzaba a cambiar su agradable sonrisa por una especie de mueca de pánico. Si no me decidía pronto, iba a terminar convirtiéndola en una asesina en serie. Lo note cuando después de pedirle por cuarta vez que me diese a probar Bambú de Adolfo Domínguez, un hilillo de sangre comenzó a correr entre sus apretados puños.
Creo que me voy a llevar esta decidí con firmeza después de cerca de una hora catando aromas. Rápidamente la joven dependienta salio con el envase en la mano hacia la caja gritando y corriendo como las locas, hasta terminar en los brazos de una compañera que amablemente termino consolándola.
Contento por la elección me fui para casa, no sin antes interesarme por el estado de salud de la muchacha que al verme dirigirme hacia ella, salio corriendo del establecimiento cruzando sin mirar la plaza de España en una imprevisible escapada que a punto estuvo de costarle la vida.
Es que no me tienen paciencia….
PD. Nunca debi de ponerme el viernes noche "El perfume" en DVD....

4 comentarios:

Salvador Gil dijo...

Gafil... me encanta. La última frase se me adelanta, toy leyendo el perfume y en seguida me he sentido trasladado a dicha história. ¿No será que la dependienta también la vió hace poco y se sintió presa, ante tan gloriosa nariz?

Dr.Magenta dijo...

gracias pablo, ahora que lo dices, la dependienta no le quitaba ojo a mi nariz, lo nuestro fué un flechazo nasal, tambien llamado:
"Un flechazo de narices"

Julia dijo...

Y luego pasa que a cada persona el perfume le huele de una forma. Por ejemplo olemos un aroma en alguien, lo compramos, nos lo ponemos y luego a nosotros no nos "sienta" igual cuando se mezla con nuestro olor corporal. El mundo de los aromas es muy interesante, yo ahora con los jabones estoy aprendiendo mucho sobre el tema.
Por cierto, que un hombre con olor a Nenuco tiene mucho encanto.
Saludos

Marta dijo...

No me hubiera gustado estar en la piel de la pobre dependienta!!!! Jajajajaja!