viernes, 2 de septiembre de 2011

ViNARoZ 2

Una historia que comenzaba cada mañana cuando las primeras luces del día, salpicaban mi rostros a través de una descarada persiana situada en el salón en el que servidor había improvisado un dormitorio. Con la tranquilidad que da levantarse sin prisas, sin mirar el reloj y sin encender el teléfono, me dejaba llevar por las horas del día a lo largo de un guión que estaba por escribir y en el que no tenían cabida ni las obligaciones ni los horarios, un guión escrito o mejor vivido a golpe de apetencias, apetencias básicas pero no por ello menos importantes. Una epicúrea semana en la que lo mejor era la falta de pretensiones, una semana dedicada al gozo y a la risa, regada con tinto de verano y siempre sumergida en templadas y pisciniles aguas.
El último día decidimos acercarnos hasta el pueblo de Vinaroz. Allí la pequeña Lola puedo disfrutar de una pequeña feria a golpe de salto de colchoneta y vuelta en tio-vivo mientras servidor realizaba un breve aunque interesante tour turístico que terminó en un mercadillo en el paseo, del que nuestros bolsillos dieron buena cuenta. Ya para terminar, cenamos en el mismo paseo marítimo, en una velada en la que la gastronomía nunca llegó a la estar a la altura de las maravillosas vistas. Una última y agradable noche que sirvió de despedida a tan placentera semana.

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