Caprichosas leyes

Muchas son las leyes que rigen nuestro particular universo, leyes basadas en científicos resultados. Otras sin embargo aunque no gozan de tan empírico prestigio ya forman parte de nuestro devenir cotidiano, leyes más basadas en el infortunio que en una formula científica.

Estudiaba durante días la posibilidad de poner una lavadora, digo estudiaba porque en este húmedo invierno es raro el día que no llueve o amenaza con hacerlo. Después de un fin de semana de continuas amenazas de chubasco por parte de los meteorólogos, ayer el día nos sorprendió con un festivo y deseado día de sol por lo que al llegar a casa no lo dude ni un instante y puse ropa a lavar. NI que decir tiene que cuando aun ni había acabado de colgarla en el tendedero me sorprendió una tímida y caprichosa lluvia.

Probablemente si no me hubiera decidido a poner esa lavadora, el sol nos habría acompañado durante lo que quedaba del día, pero no, no fue así, una vez más las leyes del despropósito jugarón en mi contra. No es la primera vez y me temo que tampoco será la última, mis dotes como meteorólogo no tienen precio. Mis previsiones no tienen base científica pero siempre aciertan. NO hay mas que verme bajar a la calle por la mañana, basta que lo haga vestido con ropas ligeras para que nos sorprenda una incesante e inoportuna lluvia y frió. Si por el contrario lo hago parapetado tras espesas capas de ropa para protegerme de frió y acompañado de un paraguas, lo mas probable es que un radiante y calido Lorenzo nos acompañe durante el resto de día, esto es asinnn…

Lo cierto es que nada más tender la ropa, inoportunos nubarrones se cubrieron el cielo, para acabar de arreglarlo, esa misma noche debía repetirme la prueba de la apnea del sueño. Debido a lo complejo de la misma, media hora antes de acostarme, comencé a adornarme ,cual árbol navideño, con todos los elementos que exige la citada prueba. A saber; Tres cinturones con velero, uno a la altura del pecho, otro en el ombligo y el último justo en el centro de ambos. Todos conectados mediante cables a una especie de aparato transistor pequeño que con su inquietante parpadeo lumínico me convertía en una especie de árbol de navidad con piernas. Otro cable conectaba mi dedo índice con el citado transistor, al igual que una incomoda goma que registraba mi respiración mediante un par de tubitos conectados a mis fosas nasales. En fin, un cuadro… un cuadro un poco Francis Bacon. A punto estuve de hacerme una foto, pero lo pensé y llegue a la conclusión de que aun me queda un poco de amor propio. Después de tan compleja ornamentación, con una ceremoniosidad digna de un torero ( y no lo digo por lo del traje de luces) me metí en la camas no sin antes haber recogido los cables con una brida. Ya en la cama no sin antes haber recogido los cables con una brida. Y allí, tumbado boca arriba con una mas que reducida movilidad observaba como el transistor que reposaba sobre mi estomago parpadeaba incesantemente a ritmo de villancico,

Solo me falta colgarme un par de tiras de espumillón y una estrella de Belén en la cabeza para parecer un arbolito de navidad. El ansiolítico comenzó a hacer efecto y mis primeros sueños me comenzaron a llevar a una galaxia muy lejana. Antes de caer rendido en los brazos de Morfeo, unas palabras me salieron de mi boca ya victima de sopor:

- Luke soy tu padre……