Nunca fui un buen estudiante, tampoco fui un mal alumno, simplemente prefería durante las horas de clase , volar y dejarme llevar por mi imaginación, soñar despierto e imaginar miles de historias que nunca llegué a escribir al tiempo que dibujaba o tuneaba con esmero todos mis libros y cuadernos. Mi aspecto de buen chico y mi comportamiento nunca fuera d lugar me situaba en lugar preferente entre el despistado profesorado que alababa mis educación y que siempre justificaba mis salidas de tono por las malas compañías.
Y es que desde bien pequeño me gustaba situarme del lado de los malditos, los gamberros, en resumen mi historia es la de un buen chico al que le gustaba sentarse y compartir con los chicos de la última fila.
Por otra parte esa sed de experiencias y conocimientos extraescolares me llevó a relacionarme con lo más selecto e interesante de la clase.
Debería tener 13 o 14 años cuando conocí a Marcos, un chico reservado e introvertido, el azar quiso que terminase sentándome a su lado y que entre lección y lección y a pesar de su introversión acabáramos compartiendo nuestras historias.
Una tarde, mientras don José nos daba la espalda al tiempo que cubría la pizarra de inintiligibles formulas matemáticas, Marcos me pasó una nota en una hoja de papel cuadriculado con margen que había arrancado de su libreta. Cogí la nota con prudencia evitando ser visto por el profesor, muy proclive a dar capones por otra parte, y leí lo que Marcos había escrito, un texto tan breve como impactante para mí:
“Colecciono ojos”
Aquellas dos palabras escritas con pulso tembloroso, me sacaron de brusca manera de mi letargo matemático y tuve que esforzarme mucho, reprimirme para pedirle explicaciones sobre el asunto, básicamente porque Don José tenía ojos por todas partes y sus capones eran de los que dejaban huella. Esperé con ansiedad ese timbre que nunca llegaba y poco me faltó cuando este sonó para agarrar de la pechera a mi compañero y pedirle que me explicara lo de la ocular colección.
Marcos que lucia peinado un poco príncipe valiente que contrastaban vivamente con unas gafas aun mayores que las dioptrías que enmascaraban, tomo airé muy despacio ante mi desesperación, se quito las migas que coronaban su yérsey de cuello de cisne, al tiempo que fijaba sus amplificados ojos grises sobre mí y con voz entrecortada me dijo:
- Colecciono ojos que guardo en un bote de cristal.
Después de un par de días en los que mi interés y empeño en ver aquella curiosa colección no cesaron, conseguí que una tarde viniera a clase con aquel bote. Recuerdo que a la hora del recreo me hizo señas para que le siguiese y aunque no entendía tanto secretismo, confieso que este aire tan oscuro, tan oculto me iba provocando una mayor curiosidad y excitación por ver si todo aquello era cierto o era una broma de colegio.
Nos metimos en un sucio y pestilente retrete y Marcos con mucha delicadeza abrió su mochila de la que sacó un bote de cristal envuelto en papel de aluminio que sin preguntar comenzó a vaciar sobre una carpeta que había dejado apoyada sobre la tapa del urinario. Aquella carpeta en la que compartían protagonismo fotografías de “El coche fantástico” y “Tequila” empezó a ser invadida por decenas, cientos de ojos recortados de revistas, periódicos, libros… De todos los tamaños y formas, en color y en blanco y negro. Sobre aquella carpeta comenzaron a deslizarse ojos, muchos ojos. Ojos burgueses y ojos proletarios, ojos prepotentes, marginados, tristes y felices, ojos de adulto, de niño, de hombre, de mujer… cientos, miles de ojos….
Ante mi silencio a Marcos solo se le ocurrió decirme:
“En casa tengo más botes….”
Y servidor aunque confuso y con una espesa mezcla de sentimientos entre risa, ternura, miedo y lastima que me taladraban con su mirada, una mirada amplificada a través de la espesa óptica de sus gafas de culo de vaso mientras una ingenua a la par que terrorífica sonrisa se dejaba dibujar en su rostro.
Marcos no volvió en el curso siguiente, nunca supe, nunca supimos mas de el. Muchas veces he pensado que seria de este chico de personales gustos, y muchas otras veces he preferido no pensarlo…..
Y es que desde bien pequeño me gustaba situarme del lado de los malditos, los gamberros, en resumen mi historia es la de un buen chico al que le gustaba sentarse y compartir con los chicos de la última fila.
Por otra parte esa sed de experiencias y conocimientos extraescolares me llevó a relacionarme con lo más selecto e interesante de la clase.
Debería tener 13 o 14 años cuando conocí a Marcos, un chico reservado e introvertido, el azar quiso que terminase sentándome a su lado y que entre lección y lección y a pesar de su introversión acabáramos compartiendo nuestras historias.
Una tarde, mientras don José nos daba la espalda al tiempo que cubría la pizarra de inintiligibles formulas matemáticas, Marcos me pasó una nota en una hoja de papel cuadriculado con margen que había arrancado de su libreta. Cogí la nota con prudencia evitando ser visto por el profesor, muy proclive a dar capones por otra parte, y leí lo que Marcos había escrito, un texto tan breve como impactante para mí:
“Colecciono ojos”
Aquellas dos palabras escritas con pulso tembloroso, me sacaron de brusca manera de mi letargo matemático y tuve que esforzarme mucho, reprimirme para pedirle explicaciones sobre el asunto, básicamente porque Don José tenía ojos por todas partes y sus capones eran de los que dejaban huella. Esperé con ansiedad ese timbre que nunca llegaba y poco me faltó cuando este sonó para agarrar de la pechera a mi compañero y pedirle que me explicara lo de la ocular colección.
Marcos que lucia peinado un poco príncipe valiente que contrastaban vivamente con unas gafas aun mayores que las dioptrías que enmascaraban, tomo airé muy despacio ante mi desesperación, se quito las migas que coronaban su yérsey de cuello de cisne, al tiempo que fijaba sus amplificados ojos grises sobre mí y con voz entrecortada me dijo:
- Colecciono ojos que guardo en un bote de cristal.
Después de un par de días en los que mi interés y empeño en ver aquella curiosa colección no cesaron, conseguí que una tarde viniera a clase con aquel bote. Recuerdo que a la hora del recreo me hizo señas para que le siguiese y aunque no entendía tanto secretismo, confieso que este aire tan oscuro, tan oculto me iba provocando una mayor curiosidad y excitación por ver si todo aquello era cierto o era una broma de colegio.
Nos metimos en un sucio y pestilente retrete y Marcos con mucha delicadeza abrió su mochila de la que sacó un bote de cristal envuelto en papel de aluminio que sin preguntar comenzó a vaciar sobre una carpeta que había dejado apoyada sobre la tapa del urinario. Aquella carpeta en la que compartían protagonismo fotografías de “El coche fantástico” y “Tequila” empezó a ser invadida por decenas, cientos de ojos recortados de revistas, periódicos, libros… De todos los tamaños y formas, en color y en blanco y negro. Sobre aquella carpeta comenzaron a deslizarse ojos, muchos ojos. Ojos burgueses y ojos proletarios, ojos prepotentes, marginados, tristes y felices, ojos de adulto, de niño, de hombre, de mujer… cientos, miles de ojos….
Ante mi silencio a Marcos solo se le ocurrió decirme:
“En casa tengo más botes….”
Y servidor aunque confuso y con una espesa mezcla de sentimientos entre risa, ternura, miedo y lastima que me taladraban con su mirada, una mirada amplificada a través de la espesa óptica de sus gafas de culo de vaso mientras una ingenua a la par que terrorífica sonrisa se dejaba dibujar en su rostro.
Marcos no volvió en el curso siguiente, nunca supe, nunca supimos mas de el. Muchas veces he pensado que seria de este chico de personales gustos, y muchas otras veces he preferido no pensarlo…..
4 comentarios:
ys , ke me ha salido el coment lleno de faltas , jejejjee, por eso lo repitoooooooo ( es ke tengo unas manos llenas de dedos ke pa ké )
Cuando he llegado a lo de : colecciono ojos " me ha venido a la mente " colecciono moscas " de golpes bajos , ...
Oye , yo me esperaba ke desparramara un mogollon de ojos viscosos por to el retrete ( de gato , de rana , esas cosas... ) bueno , como tú supongo , jejejeje, ojos de papel , jo, fin de la aventura....
No se te ha ocurrido nunca buscarlo ? mira ke ahora to dios está en facebook !!!! jeje
besosssssssss
Hoy Marcos Forment Villarona es una persona respetable, oftalmologo de profesion, obvio, y presta sus servicios en el Banco de Ojos de la Clinica Barraquer... habra que investigar...
Vaya me alegro que Marcos haya encauzado su afiicion hacia una respetable profesión, eran muchos los ojos que tenian la vista puesta en el....
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