ROAD TO CHAOUEN
Tras el froteril parón, nos encaminamos hacia Chaouen donde nos esperaba nuestro amigo Rafa en su casa. La red de carreteras marroquíes no se caracteriza precisamente por su modernidad, accesibilidad o rapidez. Pasadas 6 rotondas empezamos a plantearnos que quizás deberíamos de tener claro el camino a seguir. Los ánimos no estaban en su mejor momento así que aproveché para llamar a mi amigo por teléfono para que nos indicara el camino. Apenas había señales y las que encontrábamos estaban escritas en árabe y aunque bien es cierto que uno tiene mucha mundología, la escritura árabe me resulta algo confusa. Al otro lado del teléfono, Rafa nos guiaba como si estuviéramos a 20 minutos de su casa y a nuestro camino seguíamos encontrando más rotondas. Decidimos parar y preguntar, para cuando me fui a dar cuenta tenia la cabeza de un señor dentro del coche y al preguntarle por el camino a Chaouen en mi cuidado francés se limitó a sonreír mientras friccionaba los dedos al tiempo que decía:
- Le propine, le propine.. o lo que es lo mismo “O me das propine o no te digo nada”
El señor tenia una boca muy grande o al menos así me lo parecía supongo que por el hecho de que solo tenia tres dientes en la boca. No se si fueron los nervios pero me entro muy mal rollo y así mientras el hombre seguía con el rollo de Le propine, le dije a Pedro que arrancase que por poco nos llevamos al pobre hombre también a Chaouen.
La angustia se veía aumentada con la sensación de calor y los ánimos estaban a punto de estallar. Mi amigo Pedro estaba desquiciadísimo después de estar toda la noche conduciendo y servidor ya era incapaz de distinguir entre una señal en árabe y una en francés, todas me parecían igual…. raras.
Seguimos por la carretera y llegamos a un peaje para entrar en la autopista, cuando le preguntamos al operario por Chaouen se limito a sonreír (esta vez con dientes) al tiempo que decía “Cuatro”. ¿Cuatro? Insistimos, pero cuatro que, cuatro kilómetros, cuatro horas, cuatro euros… y el señor… cuatro.
Al final llegamos a la conclusión de que nos pedía 4 dirhams de peaje. Si bien es cierto que no habíamos cambiado todavía dinero, Pedro conservaba dirhams de su anterior viaje a Marruecos hace 9 años, le dimos 30 dirhams y el señor al mirarlos comenzó a decir: “Dinero prohibido” “Dinero prohibido”. Fue en ese momento cuando empecé a cuestionarme como me quedaría un mono naranja porque ya nos veíamos en Guantánamo. El señor insistía en que el dinero no valía pues parece ser que en estos años han cambiado los billetes, finalmente pronuncio la palabra mágica “euro” insisto tomar nota del consejo que en Marruecos os sacará de más de un apuro. Al final le pagamos el peaje con un mix de dirhams “no validos” y un euro. El show surrealista no había hecho más que comenzar.
Aquel peaje no cambio la situación, seguíamos perdidos y sin moneda del país, bueno teníamos euros eso si, insistí llamando a mi amigo Rafa y finalmente acabamos en una carretera a las afueras de Tetuán con un sol de justicia y un necesario momento pause.
Salimos del coche para intentar relajarnos, no sabíamos para donde tirar. En ese momento la figura de un anciano de cabello blanco subido en un burro apareció por el horizonte. Le seguimos con la mirada hasta que estuvo a nuestra altura. Aquel anciano transpiraba cierto aire de nobleza, de elegancia aunque fuese a lomos de un asno desvencijado.
- Escuse mua Messie, pour Chaouen… le preguntó Pedro en un exquisito francés.
El hombre se nos quedó mirando con cierta lastima y empezó a asentir con la cabeza mientras que con la mano izquierda comenzaba a darse golpes en el brazo derecho que mantenía totalmente erguido.
Chaouen… y se golpeaba en el brazo…
Y con toda esa serenidad siguió su camino mientras mi amigo y yo nos mirábamos esperando que uno de nosotros hubiese entendido algo. Para entonces mi cabeza a duras penas se mantenía en pie y lo único que se me ocurrió decirle a mi amigo es:
- ¿Me ha hecho un corte de mangas?
No se, me dijo Pedro…. Pregúntale a esa chica que viene por ahí.
Tras el froteril parón, nos encaminamos hacia Chaouen donde nos esperaba nuestro amigo Rafa en su casa. La red de carreteras marroquíes no se caracteriza precisamente por su modernidad, accesibilidad o rapidez. Pasadas 6 rotondas empezamos a plantearnos que quizás deberíamos de tener claro el camino a seguir. Los ánimos no estaban en su mejor momento así que aproveché para llamar a mi amigo por teléfono para que nos indicara el camino. Apenas había señales y las que encontrábamos estaban escritas en árabe y aunque bien es cierto que uno tiene mucha mundología, la escritura árabe me resulta algo confusa. Al otro lado del teléfono, Rafa nos guiaba como si estuviéramos a 20 minutos de su casa y a nuestro camino seguíamos encontrando más rotondas. Decidimos parar y preguntar, para cuando me fui a dar cuenta tenia la cabeza de un señor dentro del coche y al preguntarle por el camino a Chaouen en mi cuidado francés se limitó a sonreír mientras friccionaba los dedos al tiempo que decía:
- Le propine, le propine.. o lo que es lo mismo “O me das propine o no te digo nada”
El señor tenia una boca muy grande o al menos así me lo parecía supongo que por el hecho de que solo tenia tres dientes en la boca. No se si fueron los nervios pero me entro muy mal rollo y así mientras el hombre seguía con el rollo de Le propine, le dije a Pedro que arrancase que por poco nos llevamos al pobre hombre también a Chaouen.
La angustia se veía aumentada con la sensación de calor y los ánimos estaban a punto de estallar. Mi amigo Pedro estaba desquiciadísimo después de estar toda la noche conduciendo y servidor ya era incapaz de distinguir entre una señal en árabe y una en francés, todas me parecían igual…. raras.
Seguimos por la carretera y llegamos a un peaje para entrar en la autopista, cuando le preguntamos al operario por Chaouen se limito a sonreír (esta vez con dientes) al tiempo que decía “Cuatro”. ¿Cuatro? Insistimos, pero cuatro que, cuatro kilómetros, cuatro horas, cuatro euros… y el señor… cuatro.
Al final llegamos a la conclusión de que nos pedía 4 dirhams de peaje. Si bien es cierto que no habíamos cambiado todavía dinero, Pedro conservaba dirhams de su anterior viaje a Marruecos hace 9 años, le dimos 30 dirhams y el señor al mirarlos comenzó a decir: “Dinero prohibido” “Dinero prohibido”. Fue en ese momento cuando empecé a cuestionarme como me quedaría un mono naranja porque ya nos veíamos en Guantánamo. El señor insistía en que el dinero no valía pues parece ser que en estos años han cambiado los billetes, finalmente pronuncio la palabra mágica “euro” insisto tomar nota del consejo que en Marruecos os sacará de más de un apuro. Al final le pagamos el peaje con un mix de dirhams “no validos” y un euro. El show surrealista no había hecho más que comenzar.
Aquel peaje no cambio la situación, seguíamos perdidos y sin moneda del país, bueno teníamos euros eso si, insistí llamando a mi amigo Rafa y finalmente acabamos en una carretera a las afueras de Tetuán con un sol de justicia y un necesario momento pause.
Salimos del coche para intentar relajarnos, no sabíamos para donde tirar. En ese momento la figura de un anciano de cabello blanco subido en un burro apareció por el horizonte. Le seguimos con la mirada hasta que estuvo a nuestra altura. Aquel anciano transpiraba cierto aire de nobleza, de elegancia aunque fuese a lomos de un asno desvencijado.
- Escuse mua Messie, pour Chaouen… le preguntó Pedro en un exquisito francés.
El hombre se nos quedó mirando con cierta lastima y empezó a asentir con la cabeza mientras que con la mano izquierda comenzaba a darse golpes en el brazo derecho que mantenía totalmente erguido.
Chaouen… y se golpeaba en el brazo…
Y con toda esa serenidad siguió su camino mientras mi amigo y yo nos mirábamos esperando que uno de nosotros hubiese entendido algo. Para entonces mi cabeza a duras penas se mantenía en pie y lo único que se me ocurrió decirle a mi amigo es:
- ¿Me ha hecho un corte de mangas?
No se, me dijo Pedro…. Pregúntale a esa chica que viene por ahí.
En ese momento gire 180 grados hasta poder ver a aquella chica que cual Lawrence de Arabia aparecía a mis espaldas, el calor distorsionaba la imagen como en los espagueti-western y justo en ese momento nos llegaban los ecos de cánticos del coran que sonaban por altavoces cercanos. ¿por donde le hablo? Pregunté.
No se si el calor, los nervios, la angustia y la desesperación hicieron el resto, el caso es que allí, perdidos, sin dinero, sin saber hacia donde ir, comenzamos a reír en un absurdo ataque no se si de risa o histeria. Aquella muchacha vestía un sombrío burka que paseaba majestuosamente por aquel tremendo descampado.
Después de una docena más de rotondas y más de 50 kilómetros de tortuosas carreteras llegamos a Chaouen cerca de las 3 de la tarde, después de más de 15 horas de carretera.
continuará
7 comentarios:
Ostia, estoy descojonada!!! Perdona que me ría, pero es que te imagino talmente como cuentas, qué fuerte!
Entiendo el agobio que debíais tener, madre mía! Y con el porrón de horas en coche que llevabais a las espaldas.
Tío, ¿el hombre del burro no haría lo mismo que hace Lola con el brazo? YONKI!!! Jajajaja!
Por cierto, QUIERO MÁSSSSS!!!!
Lo del señor con el brazo era una especie de corte de mangas muy absurdo que luego nos enteramos que alli quiere decir que TODO RECTO, lo que pasa es que cada vez que preguntabas siempre era TODO RECTO. Si, lo del brazo era rollo yonki pero con el brazo erguido y tenso señalando al horizonte.
y si esto es solo el principio...
me estoy sintiendo culpable de haberte animado a ir. robe dell'altro mondo!
Pero si fue muy bonito el viaje. Yo recuerdo que el chico que tiene la casa en Chaouen nos dijo que una vez cruzasemos la frontera en un periquete estaríamos en Chauen. Como otras tantas que nos contó, como vulgarmente se diría nos la metio de lado. Todo es "PUTA MADRE". El viaje desde la frontera 70 kilómetros pero por unas carreteras que no puedes circular a mas de 60 y eso ya es lujo pues, como pilles un camión a 40 kms. no te queda más remedio que seguir detrás de él hasta que puedas adelantarle pues en las carreteras marroquíes la raya central de las carreteras casi siempre es contínua. Pedro.
Menos mal que el señor del pelo blanco que iba subido en el burro nos indico con tanta claridad el camino a seguir, sino llega a ser por el y por "the woman in burka" nos perdemos....
Pedro, ¿tú no tienes blog? Yo te seguiría, además estaría bien tu versión del viaje.
Anímate!
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