A MODO DE PREAMBULO
Me gustaría comenzar mi crónica marroquí alabando las excelencias de este país pero si bien es cierto que son muchas las cosas que me llevo de este viaje, para ser sincero dudo mucho que vuelva a visitarlo en mucho tiempo. El Dr. Magenta es básicamente un animal urbano y aunque eso no me impide disfrutar de otros espacios, de un río, de una bonita puesta de sol, lo cierto es que Marruecos no ha colmado las expectativas, las pocas expectativas que yo había depositado. Y aunque el viaje ha sido un cúmulo de despropósitos y de desencuentros, tengo que confesar que me alegra haberlo hecho aunque solo sea para darme cuenta que en circunstancias adversas soy mas fuerte de lo que pensaba.
Este cúmulo de adversidades al que antes hacia referencia culmina con el hecho de, una vez de vuelta, haber perdido las pocas fotografías que habíamos hecho, si no fuera por el sello del pasaporte llegaría incluso a dudar de la autenticidad de estas vacaciones en Marruecos. No me preguntéis como lo hicimos pero borramos las fotos de la tarjeta fotográfica sin darnos cuenta, final más apropiado a tan caótico viaje resulta imposible de imaginar…..
LA SALIDA (CON PERDON DE LA MESA)
Salimos cerca de la medianoche en dirección a Algeciras, mi amigo Pedro conducía y servidor tan solo debía ejercer de copiloto e intentar no dormirse. A modo de improvisado auxiliar de vuelo me agencia en el Vidal (Tiendas Multiprecio) de una neverita muy cuca para hacer más llevadero el largo trayecto. Cuando no llevábamos ni una hora de viaje reparamos en que el aire acondicionado del coche no funcionaba algo que tampoco nos afectó demasiado al fin y al cabo tan solo estábamos en medio de una ola de calor sudsahariana e íbamos camino de Africa.
Creo que fue a partir de ese instante cuando ajeno a ese pesimismo innato que me caracteriza, decidí adoptar un tono más positivo y echarme a las espaldas las pequeñas incidencias que afectasen el trayecto.
El viaje hasta Algeciras se alargó hasta bien pasadas las 10 de la mañana y entre otras cosas me sirvió para redescubrir el fascinante mundo de los bares de carretera. Tuve que reprimirme con fuerza para no dejarme llevar de madrugada por una ataque de compras compulsivas y no acabar cargando con una caja de Miguelitos y un CD de Locomia (estoy convencido de que algún día será pieza de coleccionista). UN último apunte:
“Camela” siguen siendo los reyes del bar de carretera Toplist. A pesar de la media docena de cafés, el mágico momento del amanecer me pillo dando cabezadas intentando mantenerme despierto. Al entrar en la provincia de Málaga desperté cual polluelo con la cabeza metida bajo el sobaco, el cuello me lo había dejado en Granada. Así, a pie de carretera Málaga me pareció horrorosa con tanta mega construcción, tantos campos de golf, tantas urbanizaciones, y Marbella con la ilusión que me hacia pasar por Marbella, pasar por debajo de ese arco que anuncia su entrada y más de lo mismo, mucho más. Más torres, hoteles horteras y todo tipo de excesos malayos.
Ya en Algeciras nos dirigimos directamente al puerto para coger el ferry y cruzar el estrecho. El puerto de Algeciras es impresionante y confuso como un centro comercial en hora punta. La oferta de ferrys es variada pero todos tienen en común el pasarse muchísimo con los precios.
¿NO habrá día del espectador como en los cines? Le pregunté por lo bajini a Pedro mientras un empleado nos tramitaba los billetes y en la taquilla de al lado un par de árabes discutían acaloradamente agitando muchísimo los brazos y sin para de moverse. Chaouen estaba cada vez más cerca.
Me gustaría comenzar mi crónica marroquí alabando las excelencias de este país pero si bien es cierto que son muchas las cosas que me llevo de este viaje, para ser sincero dudo mucho que vuelva a visitarlo en mucho tiempo. El Dr. Magenta es básicamente un animal urbano y aunque eso no me impide disfrutar de otros espacios, de un río, de una bonita puesta de sol, lo cierto es que Marruecos no ha colmado las expectativas, las pocas expectativas que yo había depositado. Y aunque el viaje ha sido un cúmulo de despropósitos y de desencuentros, tengo que confesar que me alegra haberlo hecho aunque solo sea para darme cuenta que en circunstancias adversas soy mas fuerte de lo que pensaba.
Este cúmulo de adversidades al que antes hacia referencia culmina con el hecho de, una vez de vuelta, haber perdido las pocas fotografías que habíamos hecho, si no fuera por el sello del pasaporte llegaría incluso a dudar de la autenticidad de estas vacaciones en Marruecos. No me preguntéis como lo hicimos pero borramos las fotos de la tarjeta fotográfica sin darnos cuenta, final más apropiado a tan caótico viaje resulta imposible de imaginar…..
LA SALIDA (CON PERDON DE LA MESA)
Salimos cerca de la medianoche en dirección a Algeciras, mi amigo Pedro conducía y servidor tan solo debía ejercer de copiloto e intentar no dormirse. A modo de improvisado auxiliar de vuelo me agencia en el Vidal (Tiendas Multiprecio) de una neverita muy cuca para hacer más llevadero el largo trayecto. Cuando no llevábamos ni una hora de viaje reparamos en que el aire acondicionado del coche no funcionaba algo que tampoco nos afectó demasiado al fin y al cabo tan solo estábamos en medio de una ola de calor sudsahariana e íbamos camino de Africa.
Creo que fue a partir de ese instante cuando ajeno a ese pesimismo innato que me caracteriza, decidí adoptar un tono más positivo y echarme a las espaldas las pequeñas incidencias que afectasen el trayecto.
El viaje hasta Algeciras se alargó hasta bien pasadas las 10 de la mañana y entre otras cosas me sirvió para redescubrir el fascinante mundo de los bares de carretera. Tuve que reprimirme con fuerza para no dejarme llevar de madrugada por una ataque de compras compulsivas y no acabar cargando con una caja de Miguelitos y un CD de Locomia (estoy convencido de que algún día será pieza de coleccionista). UN último apunte:
“Camela” siguen siendo los reyes del bar de carretera Toplist. A pesar de la media docena de cafés, el mágico momento del amanecer me pillo dando cabezadas intentando mantenerme despierto. Al entrar en la provincia de Málaga desperté cual polluelo con la cabeza metida bajo el sobaco, el cuello me lo había dejado en Granada. Así, a pie de carretera Málaga me pareció horrorosa con tanta mega construcción, tantos campos de golf, tantas urbanizaciones, y Marbella con la ilusión que me hacia pasar por Marbella, pasar por debajo de ese arco que anuncia su entrada y más de lo mismo, mucho más. Más torres, hoteles horteras y todo tipo de excesos malayos.
Ya en Algeciras nos dirigimos directamente al puerto para coger el ferry y cruzar el estrecho. El puerto de Algeciras es impresionante y confuso como un centro comercial en hora punta. La oferta de ferrys es variada pero todos tienen en común el pasarse muchísimo con los precios.
¿NO habrá día del espectador como en los cines? Le pregunté por lo bajini a Pedro mientras un empleado nos tramitaba los billetes y en la taquilla de al lado un par de árabes discutían acaloradamente agitando muchísimo los brazos y sin para de moverse. Chaouen estaba cada vez más cerca.
1 comentario:
Entro y menuda sorpresa, cuánto para leer!!! Todos los días pasaba a ver si te habías animado y nada.
De momento llevo éste y la cosa promete, jajajajaaaaaa!
Publicar un comentario