viernes, 18 de diciembre de 2009

Vuelve el poncho


El pasado miércoles fiel a mi cita acudí a mi visita semanal al dentista, Dios no se acaba nunca, pero ¿tantos dientes tengo por arreglar? ¿Qué soy yo una orca? Antes, comí en el trabajo con mis compañeros, una ración mas de saludable y sana comida de cafetería o lo que es lo mismo, distintos nombres de plato para un único saber, sabor a cafetería de trabajo….Ya en la clínica del dentista y sentado en mi particular potro de torturas, comenzamos con el consabido ceremonial de todas las semanas al tiempo que mis piernas a modo de bonita coreografía improvisaban un baile, el de San Vito por supuesto. Afortunadamente no se requirió la administración de anestesia por lo que a la salida del mismo me fui a visitar a un amigo que vive en la otra punta de valencia.
Para llegar allí tuve que hacer varios transbordos con el metro, hasta llegar a mi destino en el culo del mundo, no sin antes haber hecho una visita turística por varias emblemáticas estaciones de metro en valencia, confirmándome algo que ya sabía: Odio metrovalencia, algún día contaré mi personal afrenta con esta empresa que lamentablemente tengo que utilizar a diario, pero bueno los post reivindicativos otro día.
Me había quedado en la estación de san miguel de los reyes, con un frió polar tremendo que armonizaba terriblemente con mi cara desencajada después de estar media tarde subiendo ya bajando escaleras mecánica sin saber muy bien a donde iba. Llegué a casa de mis amigos antes de lo que pensaba y con ellos pasé el resto de la tarde. La vuelta, esta vez en bus, de casa de mi amigo, siempre resulta muy interesante, con mis ojos como platos mirando y escuchando las conversaciones ajenas que tanta curiosidad me provocan. No soy curioso, es que la gente habla mucho por teléfono y en voz muy alta.
Ya en mi casa intenté mitigar la ola de frió siberiano que invadía mi salón, pero ese penosa estufa eléctrica que me compré en los chinos por 15 euros apenas sofoca el frió de mi gata que prácticamente se deja caer sobre ella y esa potentísima luz que destella y que dilatan la pupila de Chusa hasta alcanzar el tamaño de una moneda de 10 céntimos.
Son momentos en los que mi gata entra en una especie de éxtasis religioso, muy santa teresa de Jesús, con las pupilas amarillas tremendamente dilatas y esa aureola de luz que le provoca el infame radiador marca Cheng-Li. En ocasiones n me resulta necesario ni encender la luz para cenar, con a luz que desprende el radiador tengo más que suficiente. Pese a todo, el frió se había hecho fuerte en mi salita y no si eran alucinaciones provocadas por el par de porros que me fume en casa de mi amigo, pero juraría que en la esquina donde alojo el equipo de música me pareció ver como una estalactita de hielo se deslizaba junto a mis dvd`s. No suelo encender el aire caliente que me provoca cierta angustia y picor de garganta pero finalmente m e decanté dado el frió polar que hacia y sobre todo la cara de mi gata entre la suplica y la amenaza directa.
Encendí la calefacción y me puse a hacer a cena en la cocina mientras Chusa a escasos 2 centímetros de la estufa apenas conseguía mantenerse en pie.
Ya despues de cenar me incorporé al salón esperando encontrar el ambiente mas caldeado debido sobre todo a la calefacción pero después del primer cigarro me di cuenta de que no solo seguía haciendo frió sino que aquello mas que el salón de mi casa parecía la sección de congelados del DIA. Dios que frió… y este aire que poco calienta le decía a mi gata que para entonces ya había entrado en otra dimensión y que prácticamente tenía el hocico encajado en la rejilla de la estufa.
_Claro que frió vas a tener tu la dije, y es que servidor le habla a su gata…
Me acerque hasta la rejilla del split de calefacción y note como un frió, una gélida ráfaga de aire helado salía del aparato y se estrellaba de cruel manera sobre mi cutis provocando una catástrofe estética sobre mi cuidado y delicado cutis.
¿Porque cada día los mandos a distancia son mas pequeños? y sobre todo ¿porque son tan confusos? La ola de frió siberiano había tomado mi casa, imposible arrebatarle el sitio a mi gata que ya no es que se apoyaba en la estufa es que la estufa había termina convirtiéndose en una extensión de su cuerpo. Mientras servidor sentado en el sillón y a la espera de que el calor del calefactor se hiciera fuerte en la casa empezaba a notar como se entumecían sus extremedidades.
- Tengo que hacer algo, pensé….
Raudo me dirigí al armario ropero de mi dormitorio ante la atenta mirada de mi gata que a duras penas podía mantener los ojos abiertos. De el saqueé una manta, una vieja manta que no utilizo, cogí unas tijeras y le hice un agujero en el centro hasta hacer que encajara mi cabeza que presto me dispuse a introducir por el mismo.
A graves problemas, medidas desesperadas…… Vuelve el poncho

4 comentarios:

Julia dijo...

Un relato para releer varias veces... Se te va a quedar una boquita de presentador de concursos.
Hace frío, mucho, yo me pongo el portátil sobre las piernas, cosa que no hacía nunca, para sentir algo de calorcillo. Y ese batín, horrible la imagen, prenda que he odiado y criticado siempre, pues me lo coloco, y el aire, y la estufa, pero nada.
Me preocupa tu estufa del chino, ten cuidado, tal y como lo cuentas parece un reactor nuclear.
Una prenda que da mucho calorcito, según mi sobrino, son los jerseis de Decathlon, los hay de seis euros y por lo visto no dejan pasar el frío... Tenemos que hablar de la Navidad, ese tema tan socorrido.
Un abrazo fuerte.

Dr.Magenta dijo...

Hay que reivindicar el universo poncho en todaas sus variantes y tejidos, el poncho es étnico a la par que cosmopolita. forro polar+poncho= poncho polar
que gran idea....

Anónimo dijo...

Vamos yo no sé tanto frio y es que ahora tienen la sangre de orchata. Yo si que pase frio cuando era joven pues entonces no habían tantos adelantos como ahora. Yo recuerdo que cuando nevaba en el pueblo poníamoss el brasero lleno de ascuas bajo de la mesa y se acababa lo del frio. Recuerdo que cuando saliamos para ir al colegio, eso quién podía ir al colegio, estaban todas las calles heladas o con más de un metro de nieve. Eso si que eran inviernos, y no lo de ahora.
Eso lo que debería hacer usted es ponerse una estufa de leña en el comedor y verá como ya no tiene frio. Soi es que ahora los jóvenes no valen para na. La Casimira

Kanda dijo...

Como muestra un botón:

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Ahí es na'.