El pasado martes decidí dedicar mi tarde a las compras compulsivas. Bien es cierto que era ya de carácter urgente mi propósito de comprar ropa de invierno, en mi fondo de armario lo único que se acumulaban son pelusillas y servidor últimamente vestía cual refugiado de guerra. Y como bien dice a palabra, de forma compulsiva cogi el oportuno bus y me planté en mi centro comercial favorito, el mas antigua, el más pequeño y porque no decirlo demodé pero siempre cómodo. Nuevo centro.
Después de atravesar la temida zona navideña agazapado como un guepardo, esquivando lucecitas, guirnaldas y haciendo oídos sordos a los inoportunos villancicos, llegué a C&A dispuesto a no salir de allí sin las compras realizadas.
Que sea un comprador compulsivo no quiere decir que no tenga criterio, este se basa principalmente en dos máximas comodidad y economía. Otro problema de las compras compulsivas, es que lo que el principal objetivo de la compra, cambie de forma inesperada, y así si en un principio tenia que comprarme un par de jerséis, acabe con ellos y además tres camisas, dos polos, unos pantalones y una sudadera… ya sabéis, las compras compulsivas.
Se podría decir que no me gusta ir a comprarme ropa pero no es así, en realidad no me gusta NADA, por eso aprovecho la visita y me cargo de bolsas cual homeless de shopping center. De entrada y a modo de inspección lo primero que hago es dar un vistazo general, modelos, tallas, precios… para a continuación lanzarme a la pesca, vivo con mucha angustia ese momento probador, cargado de prendas y poniendo y quitándome ropa mientras me peleo con las perchas. De nuevo en la tienda, escojo y selecciono lo que me voy a llevar que siempre es más de lo que en principio llevaba en idea. No tenia intención de comprarme camisas, hace años que suprimí la el verbo “planchar” de mi vocabulario, exactamente el mismo tiempo en que lo conocí. Realmente no se que es planchar, hasta ahora servidor pensaba que la ropa salía seca y planchada y dobladita de la lavadora y que esta misma era la que la guardaba en los cajones del armario. Bendita inocencia, Cuando sea multimillonario, tendré un o personal assistent que se ocupe de facilitarme a tarea.
Hasta entonces continuaré con mis compras compulsivas…..
Después de atravesar la temida zona navideña agazapado como un guepardo, esquivando lucecitas, guirnaldas y haciendo oídos sordos a los inoportunos villancicos, llegué a C&A dispuesto a no salir de allí sin las compras realizadas.
Que sea un comprador compulsivo no quiere decir que no tenga criterio, este se basa principalmente en dos máximas comodidad y economía. Otro problema de las compras compulsivas, es que lo que el principal objetivo de la compra, cambie de forma inesperada, y así si en un principio tenia que comprarme un par de jerséis, acabe con ellos y además tres camisas, dos polos, unos pantalones y una sudadera… ya sabéis, las compras compulsivas.
Se podría decir que no me gusta ir a comprarme ropa pero no es así, en realidad no me gusta NADA, por eso aprovecho la visita y me cargo de bolsas cual homeless de shopping center. De entrada y a modo de inspección lo primero que hago es dar un vistazo general, modelos, tallas, precios… para a continuación lanzarme a la pesca, vivo con mucha angustia ese momento probador, cargado de prendas y poniendo y quitándome ropa mientras me peleo con las perchas. De nuevo en la tienda, escojo y selecciono lo que me voy a llevar que siempre es más de lo que en principio llevaba en idea. No tenia intención de comprarme camisas, hace años que suprimí la el verbo “planchar” de mi vocabulario, exactamente el mismo tiempo en que lo conocí. Realmente no se que es planchar, hasta ahora servidor pensaba que la ropa salía seca y planchada y dobladita de la lavadora y que esta misma era la que la guardaba en los cajones del armario. Bendita inocencia, Cuando sea multimillonario, tendré un o personal assistent que se ocupe de facilitarme a tarea.
Hasta entonces continuaré con mis compras compulsivas…..
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